Prometió que no escribiría sus memorias aunque anécdotas no le iban a faltar. Desde el paquete de tabaco que le sirvió a Vicent Andrés Estellés para coger turno en la consulta, al infarto del tío Cansalá en la caja de ahorros «cuando iba a retirar, no a ingresar» o esos «pastissets» de boniato, caracoles y conejos que nunca faltaron en su mesa gracias al cariño que siempre ha recibido de los vecinos de Benimodo.

Es lo que tiene dedicarse en cuerpo y alma durante 40 años a curar, consolar y acompañar a los vecinos de un pequeño pueblo de la Ribera. Bernardo Monzó (Carlet, 1951), ya jubilado «a la fuerza» según critica, ha sido este año galardonado por el Colegio de Médicos de Valencia por esa trayectoria como médico rural de Benimodo durante cuatro décadas, una necesaria visibilización de un trabajo que no siempre es tenido en consideración en su justa medida. Siguiendo ese «camino marcado por el colegio de médicos», Levante-EMV ha querido reconocer también su trayectoria con el Premio Portada de abril, galardón que recibió esta semana en un encuentro en el diario de manos de su director, Julio Monreal.

«Es un homenaje y un reconocimiento a esas personas con vocación de servicio, que ponen todo su cariño y que se dejan la piel», alabó Monreal mientras le entregaba el premio a Monzó, que lo recibió «emocionado» y «satisfecho». Esta cascada de reconocimientos a él le llegan cuando ya ha recibido el más importante: el cariño de sus pacientes. «Siempre me han arropado mucho y hay quien aún me da las gracias por el trabajo de la unidad de hospitalización domiciliaria» del hospital de la Ribera en la que estuvo trabajando durante 15 años atendiendo a los pacientes más graves en sus casas.

Esa humanidad, ese estar ahí siempre es lo que el Colegio de Médicos (Icomv) quería poner en valor creando este galardón que ya va por su tercera edición. «El médico rural era el gran olvidado y queríamos darle visibilidad, dar esa palmadita en la espalda porque de cachetes ya hay bastantes», reivindicó la presidenta del Colegio de Médicos de Valencia, Mercedes Hurtado.

El premio de la fundación del Icomv no hubiera sido posible, sin embargo, sin el apoyo económico de la Diputación de Valencia. Su vicepresidenta Mercedes Berenguer puso en valor también durante la entrega del premio la figura de los médicos rurales.

«Igual que en política hay que pasar por un ayuntamiento, en medicina hay que pasar por un pueblo. Hay que promocionarlos porque parece que son pocos. pero aquí los pueblos pequeños son mayoría y ellos aportan la cercanía» y esa humanidad que ahora parece diluirse en las consultas. «Se lo merece. Ha estado en los momentos buenos y en los malos y lo digo como alcalde, pero sobre todo como vecino y usuario», apuntaba Francisco Teruel, alcalde de Benimodo.

Esa «cara amable» de la medicina y del factor «humano» detrás de la ciencia es la que resaltó de Monzó, Isabel Castelló, subsecretaria de la Conselleria de Sanidad. «La humanización de la medicina es nuestra obsesión. ¡Cómo puede ser que la hayamos perdido!», lamentó Castelló que ensalzó la «primera línea» que suponía la Atención Primaria, además en el entorno rural «de 24 horas y donde el principal medio es el propio conocimiento del médico».

El punto reivindicativo ante la administración lo puso Vicente Gasull, presidente valenciano de la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (Semergen), que recordó que la «medicina eficaz y eficiente se hace en Primaria y si el médico filtra, la especializada no se colapsa», por lo que reivindicó la importancia del médico rural y el de familia. «La sanidad tiene que cambiar su enfoque y ser menos hospitalocéntrica e ir más hacia la Primaria», aseguró, pidiendo por una parte, más tiempo para los profesionales para cultivar esos lazos médico-paciente que aún se mantienen en la consulta de los pueblos y descentralizar más la formación para que también llegue al medio rural.

«Es importante el tiempo, si no lo hay no hay buena relación y se pierde beneficio terapéutico», razonó. Castelló recogió el guante y reconoció que la introducción de la tecnología en las consultas ha sido beneficiosa en muchos aspectos pero también ha reducido tiempo en consulta: «El sistema ha ganado a costa de los médicos. Les pedimos magia en seis minutos».

Reversión

En esos 40 años y desde dentro de la comarca, Monzó también ha sido testigo de excepción de la creación de la primera área de salud gestionada de forma privada y, casi 20 años después, de su vuelta a manos públicas, la conocida reversión de la Ribera que cumple ahora tres meses. Aunque le reconoce bondades -«cuando funcionó, la gestión privada fue una buena experiencia», aseguró- Monzó reconoció sentirse «más cómodo» con un sistema netamente público y universal.

«Me gusta lo social y que la sanidad sea pública, porque he entrado en muchas casas y he visto gente que no se podía comprar ni las medicinas. Lo social es muy importante», recordaba. Su mujer, Teresa Vendrell, daba el detalle de hasta qué punto era importante para Monzó: «No tenían para comprarlas y tú se las comprabas». Era el metge del poble.