Fue breve, apenas diez minutos de infierno, pero las consecuencias del temporal desatado en la tarde del domingo en la Ribera son devastadoras. Un auténtico desastre para la economía agrícola de una amplia extensión de cultivo que abarca desde Tous a Cullera.

Una tormenta de pedrisco y vientos cercanos a los cien kilómetros por hora arrasó las cosechas de caqui, cítricos y otras explotaciones hortofrutícolas a lo largo de 14.000 hectáreas.

Los daños serán muy superiores a los 50 millones de euros, dado que también han afectado a la madera de los árboles.

Miles de agricultores no podían ayer reprimir las lágrimas al comprobar la magnitud de las pérdidas ocasionadas por el temporal; y los sindicatos agrarios y no pocos representantes públicos se apresuraron en reclamar la declaración de zona catastrófica.

El granizo trituró la fruta, pero también las hojas y las ramas menos consistentes. Los expertos no dudan de que el 100 % de la producción de caqui se ha echado a perder en la mayor zona de producción del persimon.

«Los efectos de esta última tormenta desembocarán en una disminución del 15 % de la próxima campaña, que sumada a la reducción del 10 % causada por las heladas de febrero y marzo, se traducirán en una caída de al menos una cuarta parte de la producción», aventuró ayer el sindicato agrario AVA.

El fenómeno meteorológico conocido técnicamente como Downburts se desplomó literalmente sobre el curso del río Xúquer. Se adentró, procedente de Albacete, por Tous y recorrió los términos municipales de Alberic, Benimuslem, Massalavés, l'Alcúdia, Carlet, Benimodo, Guadassuar, Alzira, Algemesí, Benicull, Albalat de la Ribera, Polinyà, Sueca y Cullera.

Trituró todo lo que encontró a su paso. No sólo la superficie agrícola, sino también amplias zonas urbanas, donde arrancó arbolado y mobiliario público, techos, antenas de televisión y toldos. También ametralló muchas persianas en algunas calles de Algemesí y dañó diversos coches. En Alzira se midieron rachas de viento de 92,6 km/h y las nubes bajas descargaron una cortina de lluvia y pedrisco que llenó la Ribera de incertidumbre.

La máxima, en la Costera

Ayer Xàtiva registró 38,4 grados a las 16.50 horas, la temperatura más elevada de la C. Valenciana. El principal responsable del sofocante calor fue el viento de poniente, que en Llíria llegó a registrar rachas de hasta 57 km/h y en el aeropuerto de València, 48 km/h. Por otro lado, Ademuz y Vilafranca fueron los municipios más «frescos», con 11,8 y 13,3 grados antes de las 7 h de la mañana.

Para hoy, se espera que deje de soplar el poniente y que las brisas del mar suavicen los registros en la costa. En el interior, las temperaturas ascenderán.