Menos del 5 por ciento de los referentes científicos y apenas un uno por ciento de los tecnológicos en los libros de texto que cogerán entre sus manos los alumnos de Primara, Secundaria o Bachillerato el próximo septiembre son mujeres. Y ese es uno de los orígenes de la desigualdad en la Educación. Es solo un dato, pero visibiliza la invisibilidad de la mujer en la ciencia.

Así lo resaltó ayer la investigadora de la Universitat de València y experta en Igualdad, Ana López Navajas, durante la mesa redonda «Mujeres en la Ciencia» dentro del congreso Euro2018, la mayor conferencia europea, y una de las más prestigiosas, dentro de la investigación operativa y ciencias de la gestión. López Navajas aportó esas cifras desde el público, lo que permitió que las integrantes de la mesa pudieran debatir sobre esa realidad.

Las expertas que se dirigieron al numeroso público presente en el edificio Nexus de la Universitat Politècnica de València fueron la rectora del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), Cynthia Barnhat; la matemática y profesora titular de Estadística e Investigación Operativa en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), Elena Fernández; la ingeniera en Telecomunicaciones y directora de Investigación de Ciencias de Datos en Vodafone, Nuria Oliver; y la presidenta de la Federación Internacional de Investigación Operativa (IFORS, por sus siglas en inglés), Maria Grazia Speranza, profesora titular, además, en la Universitá di Brescia, donde imparte clases de Economía y Gestión.

Fue precisamente Grazia quien concluyó, a raíz de la aseveración de López Navajas, que «los libros de texto deben cambiar» en el camino hacia la igualdad. Citó, como ejemplo, la iniciativa de varias universidades italianas, entre ellas la de Brescia, que han incluido en sus páginas web un listado de mujeres científicas y expertas en otras disciplinas para que puedan ser utilizadas como referentes tanto por los estudiantes en sus trabajos académicos como por los medios de comunicación cuando se trata de conocer la opinión de un experto en cualquier campo del conocimiento y de la investigación universitaria.

La ingeniera en telecomunicaciones denunció que «en los medios de comunicación de Italia, los entrevistados como expertos en algún área de la investigación, ya sea económica, científica o de cualquier otra disciplina, son hombres en un 99 por ciento de los casos».

Para Nuria Oliver, un referente a la hora de buscar la igualdad entre hombres y mujeres es la Universidad de Stanford, la única de todo Estados Unidos que tiene más estudiantes mujeres que hombres en una carrera tradicionalmente obviada por las féminas: ingeniera informática. El 55 % de las estudiantes de Informática de Stanford son mujeres. En el resto del país, el porcentaje se queda en un 20 por ciento. Muy por encima de lo que sucede en las facultades de Informática españolas.

La rectora del MIT, Cynthia Barnhat, propuso, como factor de corrección para hacer más atractiva la informática a las mujeres, que sea incluida como disciplina transversal en estudios que suelen elegir las estudiantes, como Biología, Química y Economía, por citar solo algunos ejemplos.

En este sentido, Elena Fernández defendió que los profesores deben lanzar mensajes de igualdad a los alumnos «desde edades muy tempranas», en los primeros años escolares.

Fernández se apoyó en un estudio realizado recientemente por tres universidades estadounidenses -Princeton, New York e Illinois- con 400 niños, entre cuyos resultados está el de que las niñas de 6 años consideraban mayoritariamente la «brillantez y genialidad» como rasgos masculinos.

A partir del análisis de esa preocupante realidad, la matemática instó a «reestructurar el sistema educativo» y añadir perspectiva de género en la enseñanza para desterrar los falsos mitos que siguen fomentando la desigualdad.

El congreso como ejemplo

La moderadora de la mesa, la doctora en Filología Lucía García-Medea, explicó, como ejemplo de los desequilibrios y desigualdades en el ámbito de la ciencia, que entre los asistentes al Euro2018 había un 68 por ciento de hombres frente a un escaso 32 por ciento de mujeres.