La tasa bruta de natalidad de la C. Valenciana cayó en 2017 según los últimos datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística (INE) a 8,2 nacimientos por cada 1.000 habitantes, el nivel más bajo en los últimos 42 años. En 1975, el primer año que el INE ofrece información en su web, la tasa de natalidad valenciana estaba en 19,6 nacimientos por cada mil habitantes. En la última década, desde 2008 hasta ahora, que coincide con la larga crisis económica actual, la reducción se ha acelerado al pasar de 11,5 nacimientos a 8,2 por cada mil habitantes, un 29 % menos.

Este acusado descenso de la natalidad, junto al envejecimiento de la población debido al aumento de la esperanza de vida, hace que por primera vez en la historia haya más muertes que nacimientos. Esto ocurre desde 2015 y va a más. Este saldo vegetativo negativo fue de 901 fallecimientos más que nacimientos en 2015 y en 2017 se ha disparado: las muertas superan a los alumbramientos en más de 4.500.

«No vemos cuándo tocará fondo»

Y esto no es todo, pues no se espera que la natalidad detenga su descenso «En estos momentos no vemos cuándo llegará a tocar fondo la natalidad», explica el demógrafo y profesor del Departament de Sociologia de la Universitat de València, Carles Simó. «No existen las condiciones sociolaborales idóneas para que los jóvenes valencianos tengan hijos, pues la recuperación económica no ha llegado aún a este grupo de edad», añade.

Son múltiples los factores que explican el declive continuado de la natalidad en la transición demográfica de los países occidentales hacia sociedades cada vez más envejecidas. «Por razones socioeconómicas y culturales las mujeres retrasan cada vez más la edad a la maternidad», detalla Simó. A esto se suma que las poblaciones envejecidas tienen cada vez menos mujeres en edad de tener hijos.

Otro factor a tener en cuenta es la profunda crisis de la natalidad que padeció España en la segunda mitad de los años 80 y la década de los 90 como consecuencia de la reconversión industrial que generó enormes tasas de paro, especialmente entre los jóvenes. Esto hizo que el Indicador Sintético de Fecundidad, el número medio de hijos por mujer, cayera «a promedios que nunca se habían visto en ningún país» relata Simó. En la Comunitat bajó a 1,13 hijos por mujer en 1998 y en 2017 estaba en 1,31. En el boom económico de principios de la década del 2000, la llegada de inmigrantes, principalmente jóvenes en edad de tener hijos, hizo crecer la natalidad hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2007.

Así pues, las generaciones nacidas entre 1985 y 1998, que ahora tienen entre 20 y 33 años, son las más reducidas de las últimas cuatro décadas. Además estas cohortes escasas, con la actual crisis han sufrido una segunda merma en forma de emigración de jóvenes que se han marchado al extranjero huyendo de la precariedad laboral.

Generaciones más vacías

Estas generaciones más vacías están entrando ahora en la edad de tener hijos, por lo que según Simó, «de aquí a dos o tres años empezaremos a percibir el efecto negativo en la natalidad de combinar las reducidas cohortes de población en edad fértil con el efecto del envejecimiento, por lo que en la próxima década bajará aún más el número de nacimientos en la Comunitat».

Simó incide en que «el gran problema de la gente joven es la precariedad y la temporalidad laboral, pues muchos están llegando a los 30 años sin un trabajo digno que les permita afrontar retos de futuro como formar una familia y tener hijos». Por ello reclama medidas de apoyo a los jóvenes ( ver cuadro) como las que ya aplican con éxito países como Suecia «con la finalidad de ayudar a la conciliación de los padres y las madres con la vida familiar». «Si no hacemos nada estamos abocados a que la gente no tenga los hijos que quisiera tener, pues la distancia entre deseo y realidad es muy grande», dice Simó.