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Análisis

Partidos por la mitad a días del congreso

Los actos de ayer muestran al equipo de Bonig al lado de la exvicepresidenta y a todos los críticos, con el «cachorro»

Pablo Casado vino ayer a la Comunitat Valenciana a exhibir poderío. A demostrar a los compromisarios sus credenciales. A decirles: estos son los míos, que nadie os haga dudar; todos los que se presentaron a las primarias y perdieron frente a Soraya Sáenz de Santamaría están conmigo.

Dolores de Cospedal no lo ha manifestado públicamente, pero quienes representaban su candidatura en la Comunitat Valenciana ( César Sánchez, Luis Barcala y Vicente Betoret, principalmente) arroparon ayer al cachorro avalado por José María Aznar.

Poco importa lo que dijo ante el micrófono. Lo relevante fue la tropa que reunió a su lado. La imagen muestra a un PPCV partido. A ver cómo sale de esta y recompone una mínima estabilidad después del congreso extraordinario del próximo fin de semana. Porque lo visto ayer sitúa a un lado, el de la exvicepresidenta, a la cúpula del PPCV, con Eva Ortiz y los tres titulares provinciales, José Císcar, Rubén Moreno y Miguel Barrachina, a la cabeza, además de la plana mayor del grupo parlamentario en las Corts y en el Congreso. Al otro lado, junto a Casado, quedan todos aquellos que no están en sintonía con Isabel Bonig y los suyos, aunque públicamente no lo expresen: los citados arriba, los concejales apartados en València, el senador cuestionado Pedro Agramunt... Dos universos populares a kilómetros de distancia. Solo Luis Santamaría, por la parte de Casado, y Barrachina, por la de la exvicepresidenta, se antojan como posibles puentes.

El joven aspirante a líder del PP sostiene que son más, que los cinco que quedaron por detrás de Sáenz de Santamaría sumaron más votos que ella en la primera vuelta de primarias. Es una verdad irrefutable. El problema es que en la segunda vuelta participa solo el colegio de compromisarios y no está claro que este sea un reflejo exacto de la matemática de las urnas. Quien se confíe, pierde.

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