València es desde ayer sede de la patente española que permite crear una casa de hormigón con una impresora 3D en un tiempo récord y a un precio un 35 % inferior a métodos más tradicionales. El prototipo fue presentado ayer por la mañana en el solar contiguo a la Facultad de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València por sus creadores, BeMore 3D, una start up que surgió en las aulas de Ingeniería y Arquitectura de la UPV hace tres años y que componen cuatro exalumnos: Vicente Ramírez, José Guillermo Muñoz, Joaquín Rodríguez y José Luis Puchades.

Estos «amantes de la construcción» que es como se definen, han conseguido algo nunca visto en España: construir una casa de hormigón con la única ayuda de una impresora 3D. Una impresora para nada convencional, de siete metros de ancho por cinco de alto, que han logrado desarrollar y patentar.

Las ventajas que tiene este innovador proyecto son múltiples. Rapidez. Este método de creación de viviendas permite la construcción en un tiempo récord: viviendas de entre 60 y 70 metros cuadrados en 12 horas. Sin embargo, los trabajos de instalaciones eléctricas y de fontanería y de revestimientos aumentarían el tiempo de construcción total a un mes.

Versatilidad. La impresora puede trasladarse hasta el lugar de construcción y montarse sin necesidad de grúas, hecho que diferencia a la empresa valenciana de las del resto del mundo. Esto permite llegar a lugares donde los vehículos de construcción convencionales no llegan. Por ejemplo, a zonas que han sufrido catástrofes naturales. «Podríamos construir viviendas pequeñas en zonas de catástrofes para ayudar a la población en cinco horas», afirmó Vicente Ramírez, CEO de la empresa y originario de Buñol.

Otro plus es el ahorro económico: «El precio del metro cuadrado de nuestras viviendas es de 750€, ante los 1.050 euros que vale el de las viviendas de protección oficial. Estamos ofertando nuestro paquete especial, que es una casa de 70 metros cuadrados con habitación, baño y cocina por 50.000 euros, con todos los acabados y lista para entrar a vivir. Un ahorro de un 35% sobre una casa convencional», continuó Vicente. Además, otro beneficio relevante es su escaso impacto ecológico ya que «no genera residuos». Con este método también se reduce el riesgo laboral, dado que no se realizan trabajos en altura.

«Logramos hacer una máquina casera con materiales de segunda mano y con la ayuda de familiares. Después conseguimos algo de financiación, accedimos en la primera aceleradora de start up de Acciona y conseguimos financiación para ya en septiembre del año pasado construir la impresora a tamaño real», prosiguió.

Una forma de trabajar que rompe con los estereotipos clásicos de construcción de viviendas y que para el CEO de la empresa «al contrario de lo que pueda parecer promueve puestos de trabajo del sector, ya que se siguen necesitando albañiles, fontaneros o electricistas. La máquina no hace magia, lo que hace es imprimir los muros de carga, lo que ahorra mucho tiempo y dinero. Lo que conseguimos es que gente que no tenía acceso a una casa digna ahora se la pueda permitir.»

Para Francisco José Mora, rector de la Universitat, que asistió a la presentación, estos cuatro exalumnos son un «ejemplo». Luego visitó la casa piloto de 24 metros cuadrados expuesta junto a la Facultad de Bellas Artes.