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Análisis

La vida no sigue igual

Las primarias que Bonig tanto defendió la obligan a centrarse en el partido a diez meses de elecciones

La vida no sigue igual

Isabel Bonig llevaba tiempo en modo candidata. Superadas sus propias primarias, controlado el partido en las tres provincias y con Rajoy en la Moncloa y al frente del PP, la lideresa sólo tenía una cosa en la cabeza: prepararse para ganar las elecciones y sumar los sufientes votos para regresar a la Generalitat. Incluso si no lo lograba, tenía en la cabeza un proyecto de oposición para los siguientes cuatro años. Sólo el avispero en el cap i casal le distraía algo de su hoja de ruta, pero incluso se había acostumbrado a esta crisis perpetua.

Sus críticos en la ciudad, algunos muy feroces, estaban en cierto modo controlados y contenidos por Génova, por lo que solo le tocaba esperar a que una resolución judicial le permitiera poner en marcha sus planes para València.

Todo cambió, sin embargo, cuando Pedro Sánchez culminó con éxito su operación de echar a Rajoy de la Moncloa. Y los planes de la presidenta regional han saltado definitivamente por los aires este fin de semana. Ya nada será igual. El resultado de las primarias, un proceso que ella misma impulsó (no era partidaria de la segunda vuelta), ha acabado complicándole la vida y obligándole de nuevo a mirar al partido.

Durante esto años Bonig ha depositado esta labor de fontanería en otras personas, principalmente, en su mano derecha, la secretaria general Eva Ortiz, pero ahora no le quedará más remedio que remangarse ella también. Toda su ejecutiva queda tocada en este congreso y a Bonig no le queda otra que coser las heridas abiertas y evitar así una crisis mayor. Si cambiará de aliados o al menos, buscará nuevos, está por ver, pero resulta evidente que la estructura que la sostiene se tambalea.

Bonig siempre ha presumido (y tiene motivos para hacerlo) de haber mantenido unido el partido en el peor momento: cuando en 2015 la debacle electoral envió al paro a miles de cargos públicos y durante estos tres años, cuando los casos de corrupción del pasado han dinamitado uno a uno los referentes de su partido, incluido Rita Barberá, la persona que la aupó al liderazgo y de la que tuvo que renegar.

De esta «travesía en el desierto», como ella misma la califica, salió ilesa e incluso refozada en un congreso en el que ningún crítico alzó la voz.

Paradojas de la vida, a diez meses de elecciones, la paz interna está en riesgo. Cuando comenzó el proceso de primarias en su partido, Bonig avisó de que no quería que le pasara como a Ximo Puig, por apostar por la candidata equivocada. Quizás, por ello, para protegerse, la lideresa no quiso posicionarse, pero otros, los suyos, lo han hecho por ella y la han arrastrado. La apuesta, como le ocurrió al jefe del Consell, devino errónea. Este fin de semana Bonig se perdió a su grupo preferido, la banda de rock estadounidense The Killers, que tocaba en el festival de Benicassim. Quizás esquivar ´asesinos´ esté ahora en su lista de deberes.

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