Rachida El Badaoui inició el año pasado una batalla que no ha ganado. Pero no abandona la lucha porque lo que denuncia es una «discriminación». El motivo le parece más que suficiente para alzar la voz. Y es que el colegio en el que está matriculado su hijo se niega a darle un menú halal, es decir, una alimentación adaptada a niños musulmanes que no comen ni carne de cerdo ni sus derivados. La mujer asegura que lo preguntó antes de matricular al pequeño en este centro educativo. Y que, precisamente porque le dijeron que sí, solicitó la beca de comedor y matriculó al pequeño. Su sorpresa llegó tras indicar en el formulario que el pequeño era musulmán. Entonces la respuesta del colegio fue bien diferente y se ha repetido de forma constante durante un año por parte de la dirección del centro y de la Conselleria de Educación. Si no es por certificado médico, no hay obligación de adaptar menú alguno.

De hecho, la respuesta que ha recibido esta familia por parte de la Administración hace referencia a la Orden 53/2012 (artículo 10.3) que establece: «Todos los comedores escolares estarán obligados a disponer de un menú especial o de régimen para atender al alumnado que, mediante el correspondiente certificado médico, acredite la imposibilidad de ingerir determinados alimentos que puedan ser perjudiciales para su salud». La cuestión religiosa, pues, no cuenta. No hay obligación alguna. Es cuestión del colegio hacerlo o negarse a ello.

El colegio le dio a Rachida una opción: pagar el menú escolar halal en una guardería cercana. ¿El problema? El precio. «El menú me costaba 11 euros al día. ¡11 euros! Teníamos beca de comedor por 2,80 euros diarios y suponía pagar 246 euros al mes descontando la beca y todo. Imposible de asumir. Somos una familia humilde. Entonces propuse sacar a mi hijo del comedor los días que hubiera carne o incluso llevarle la comida de casa, pero tampoco me dejaron», explica la mujer.

No hubo solución. Ni tras presentar escritos a la conselleria y al Sindic de Greuges. Ni con el respaldo de entidades. Rachida dejó de trabajar hasta las 17.00 horas para poder recoger a su hijo del colegio y darle de comer en casa. «¿Eso es integración? Mi hijo va encantado al colegio. ¿Por qué lo tengo que cambiar? ¿Por qué tengo que trabajar menos horas?», afirma.

Inclusión sí obliga

Sin embargo, no todas las consellerias y administraciones actúan de la misma manera. Los detenidos, aunque pasen una sola noche en el calabozo, disponen de menú halal si lo solicitan. Y la Conselleria de Inclusión sí tiene orden de adaptar todos los menús (hasta en seis religiones) en los centros residenciales y diurnos que gestiona en una apuesta «para garantizar la igualdad en la diversidad».