Ayer se cumplió un año desde la aparición de los restos de Pilar Garrido, vecina de Massalavés, en un paraje cercano al lugar donde desapareció en el estado de Tamaulipas, al noreste de México. A un año del crimen, el acusado y la fiscalía defienden dos narrativas totalmente opuestas y la familia, convencida de su inocencia, cierra filas con el marido.

Garrido, de 34 años, desapareció el 2 de julio de 2017 cuando viajaba con su marido y su bebé en coche por una carretera de uno de los estados más peligrosos del país. La pareja, juntos desde hacía más de una década, regresaba a Ciudad Victoria tras pasar unos días en la playa, cuando su aparente felicidad se sesgó por completo. Según el esposo de Garrido, Jorge Fernández, fueron interceptados por dos hombres armados en una carretera, quienes se llevaron a la mujer.

Cerca del lugar donde fue vista con vida por última vez, el 26 de julio del pasado año se encontraron restos óseos y jirones de ropa, y quince días después las pruebas de ADN identificaron a la valenciana. El 29 de agosto el caso dio un vuelco cuando la fiscalía de Tamaulipas detuvo a Jorge Fernández acusado del asesinato de su esposa. Desde entonces, el choque de opiniones entre las partes ha ido escalando e incluso la familia de Garrido defiende la inocencia de su yerno. «Seguimos creyendo en la inocencia de Jorge, pensando que es inocente y creyendo firmemente en que (Pilar) fue secuestrada», manifestó Jorge Fernández Villarreal, padre del imputado. «Se encontraron todos los elementos para presumir la probable responsabilidad del marido", explicó por su parte el portavoz de Seguridad de Tamaulipas, Luis Alberto Rodríguez.

El próximo 30 de agosto está previsto el inicio del juicio. «Es una pesadilla», sostuvo el padre del imputado, que lleva casi un año en prisión preventiva. Entretanto, dos familias rotas, un crimen por resolver, un encarcelado en espera de juicio, un bebé de dos año sin padres y la credibilidad de la justicia en la cuerda floja.