Las últimas luces de la tarde se esconden por detrás de los edificios de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. De fondo, se escucha una suave música que enseguida queda tapada por el murmullo de las personas que esperan un hecho histórico y cuyos ojos ya comienzan a posarse en un cielo que luce despejado. La gran protagonista todavía no hace acto de presencia, pero decenas de telescopios, cámaras, móviles e incluso tablets están preparadas para captar los primeros momentos del fenómeno.

Poco a poco, con el comienzo de la noche, se empiezan a ver en el horizonte unas débiles destellos rojizos, los del eclipse de luna que va a marcar esta noche. Este acontecimiento resulta el más importante del siglo, ya que no se volverá a repetir en las mismas circunstancias en más de 80 años. Por todo ello se reunen centenares de personas para verlo, nadie se quiere perder lo que va a traer la noche.

Ya sea en familia, con los amigos, con la pareja o incluso en solitario, los valencianos disfrutan de esta circunstancia que en muchos casos es un hobby, pero casi también un trabajo. Es el caso de Guillermo, uno de los monitores de estas actividades que, en colaboración con el Ayuntamiento de València, viene a enseñar a los más jóvenes y los que no lo son tanto. «Es un evento muy bonito. Aunque los eclipses de luna no son tan espectaculares como los de sol, en este caso el color rojo si que lo hace especial», resalta el experto.

En este caso, a la ya de por si extraña situación de que la luna pase por la sombra de la Tierra, se une el color rojizo debido a que la atmósfera terrestre desvía los rayos rojos de la luz solar, siendo reflejados por el satélite y llegando a ver la llamada «Luna de Sangre». Esta peculiaridad es la que también ha atraído al acontecimiento a María Luisa, Mayi y Mónica, tres amigas que cámara en mano esperan pacientemente a que las luces rojas aparezcan en el objetivo de sus dispositivos fotográficos.

Para las tres es la primera vez que disfrutan de un acontecimiento así, el cual definen sin dudarlo como «espectacular». Por eso, insisten en que «hay que venir a verlo», ya que «la próxima vez que se produzca ya no será posible», por eso hay que «aprovechar la oportunidad», explica Mónica.

No obstante, es cuando la luna comienza a apreciarse entre las luces de la noche valenciana cuando las caras de asombro de aquellos que ya la ven y la de inquietud de todos los que todavía la buscan comienzan a apreciarse. Para Marga, una de las madres de las múltiples familias que han venido con sus hijos, este evento es importante «porque podemos venir todos juntos, sobretodo con los niños que han estado estudiando los eclipses este año». Dani, su pareja, destaca además que permiten «estar con la familia, que es lo importante» y aunque sea la primera vez que ven un eclipse así, no dudan en reconocer la singularidad del mismo.

En otros casos, jóvenes amantes de la astronomía como Pablo destacan que no es la primera vez que «ve un eclipse» y que ya «ha experimentado esta sensación otras veces», pero lo que de verdad percibe es que en este caso el tono rojizo lo hace único, especial, un acontecimiento que no se puede perder y por eso su cámara esta preparada para captarlo.

Poco a poco, la luna se va haciendo más y más clara y todos los presentes miran maravillados al cielo para poder ver ese pequeño espacio de la historia que, en esta noche, se tiñe de rojo para que los valencianos lo puedan disfrutar.