Angustia. Desolación. Impotencia. Son los estados de ánimo por los que transitan los vecinos de Pinet como consecuencia de un incendio que les ha obligado a evacuar sus viviendas y que ha destruido un patrimonio natural muy inscrito en la identidad de los pineters: el paraje natural de El Surar. «Se ha quemado el emblema y el mayor bien del pueblo: es una desgracia», lamenta Juan Ramón Chismol, el alcalde de esta pequeña población de 150 habitantes, la mayoría de avanzada edad.

Entre los vecinos se extiende la opinión de que los medios de extinción tardaron en actuar el lunes. «La respuesta no fue todo lo rápido que se esperaba. Está claro que había muchos otros incendios, pero si se hubiera actuado más rápido, a lo mejor se hubiera evitado que pasara a la parte del Surar», señala Chismol. «Pasamos la noche del lunes en vela, preocupados porque el fuego estaba muy cerca de aquí y asustaba lo que pudiera pasar», explicaba ayer Rosalía Cuervo, una joven que vive en València pero tiene casa en Pinet. «Se ha quemado todo el término. Todo el terreno está hecho un desastre. No vamos a volver a ver El Surar como era. Es muy triste que pasen estas cosas», lamenta.

Ana María Bixquert, vecina y concejal, no puede evitar romper a llorar por la «angustia y la pena» de «ver que todo estaba quemándose». «En dos horas el fuego atravesó toda la Costera de Pinet, se subió hacia arriba y quemó todo el Surar, una reserva botánica muy importante», indica. La edil asegura que lo sucedido es «un desastre para el pueblo». En El Surar ha quedado completamente destruido el Refugio-Aula de educación e investigación ambiental.

Entre los propietarios de la gran cantidad de granjas con actividad en la zona de Pinet y Llutxent se extendía ayer la preocupación y el enfado porque, tras ser desalojado, no pudieron regresar durante horas a sus explotaciones. Eva López, que tiene una granja con unos 20.000 pollos, afirma que pasaron 17 horas hasta que logró regresar para dar de comer y de beber a los animales. «Ya no había peligro en la zona y me he tenido que poner como una loca para que el Seprona aceptara acompañarme a ver si los pollos estaban bien». López echa en falta más compresión y más diligencia del dispositivo a la hora de actuar en Pinet. Otra vecina secunda la afirmación en la calle: «Han dejado quemar el Surar», lamenta.

En la comarca de la Safor la del lunes fue una noche muy larga pero el día de ayer no fue mucho mejor para una gran cantidad de familias que se vieron obligadas a salir de sus casas con lo puesto.

Desalojo de 90 ancianos

La reacción por parte del Ayuntamiento de Gandia y también del de Barx fue inmediata. Nada más conocer el desalojo de las urbanizaciones Montesol, Montepino, la Rochera y la Drova, se puso en marcha un dispositivo para dar refugio a aquellos que no dispusieran de otra residencia. Entre ellos había cerca de 90 ancianos de una residencia, que fueron repartidos entre un hotel y un centro social en la capital de la Safor con la ayuda de Cruz Roja y la Policía Local. Ayer, los que se encontraban en el establecimiento fueron reubicados en el convento de las Esclavas, en Benirredrà.

Gandia gestionó el realojo de 182 personas durante la primera noche. Muchos pasaron la noche en hoteles. El problema era que estos alojamientos necesitaban liberar las habitaciones por la mañana. Entonces, el Ayuntamiento de Gandia habilitó el Espai Baladre, inaugurado el pasado viernes. Allí estaba Carlos Bartolomé, vecino de Madrid, que se encontraba en una casa en Montesol junto a otras cinco personas y dos perros. «Veíamos el humo detrás y estábamos tranquilos». Sobre las 21.30 horas de la noche del lunes, la Guardia Civil avisó del desalojo. «Abandonamos la casa. Algunos hicieron la maleta y otros salieron con lo puesto y poco más». «Sentimos un poco de inquietud», dijo.

Ana, de Suiza, se encontraba en un camping con su familia. Explicó que se marchó de allí «cuando vimos que teníamos el fuego cerca». Asegura que no esperaron a que les desalojaran porque «mis hijos tuvieron miedo». Del camping «solo cogimos lo necesario para pasar la noche». Durante todo el día de ayer, decenas de personas, casi todos turistas extranjeros, se acercaron hasta el Espai Baladre. El ayuntamiento hizo acopio de comida, bebida, juegos para los niños. La noche la han pasado en hoteles.