La desolación e incertidumbre que genera una situación como la que están viviendo los más de 3.000 desalojados de la urbanizaciones de Gandia y Barx afectadas por el fuego está siendo paliada, en la medida de lo posible, con la ejemplar respuesta que está dando la sociedad gandiense.

Desde que el lunes por la noche el ayuntamiento pusiera en marcha el dispositivo de realojo de las personas que tuvieron que ser desplazadas de sus casas, hoteleros, hosteleros, diferentes entidades sociales y religiosas y municipios vecinos se han volcado en ayudar a los afectados.

Resulta necesario destacar a los hoteles. Pese a estar en plena temporada turística, en una ciudad como es Gandia, donde la presencia de visitantes durante estos meses es masiva, han sido muchos los que han puesto a disposición de las personas desalojadas. Aquellos que tenían habitaciones libres, no han dudado en ofrecerlas. A los que iban más escasos de espacio, ni se les ha ocurrido negar la ayuda a quienes huían de las llamas y han optado por habilitar zonas comunes con colchones y otras comodidades para poder dar cobijo a cuantos más mejor. Además, muchos de ellos han comunicado al ayuntamiento que su intención es no cobrar por estos servicios. Incluso se han dado caso en los que el propio consistorio ha insistido en hacer frente a las facturas.

Comida y hasta piscina

En el Espai Baladre, edificio que ha sido epicentro de la gestión de realojados en Gandia, la noche del pasado martes se escuchaba una situación que demuestra el drama que están viviendo algunos. Una familia a la que se le indicó que se dirigiera a un hotel para pasar la noche, se negaba en principio porque pensaba que tenía que pagarlo y no disponían de dinero, así que tenían previsto dormir en el coche. Desde el ayuntamiento se les informó de que la estancia estaba cubierta.

Además, los hoteles también están ofreciendo comida y algunos incluso la piscina para que los niños puedan pasar el trago de una forma más divertida.

Como los hoteles, los taxistas de la ciudad también se han ofrecido a realizar los traslados que sea necesarios sin poner ninguna otra condición. A la ola de solidaridad se han sumado muchos hosteleros, que, de forma altruista, se ofrecen para cocinar diferentes platos para las personas que se encuentran en el Espai Baladre.

No hay que olvidarse del despliegue que ha realizado la Cruz Roja. Más de cien voluntarios, 17 vehículos, entre los que hay tres ambulancias, se están encargando de atender a las personas y gestionar los alojamientos.

Muchas entidades de la ciudad también han puesto a disposición del ayuntamiento sus instalaciones. En el convento de las Esclavas, de Benirredrà, están alojadas unas 40 personas de la residencia Mondúber, de Barx. La Federació de Falles también ha ofrecido el Museu Faller para albergar a personas que pasen la noche si fuera necesario. Incluso muchos municipios próximos a Gandia se han mostrado dispuestos a abrir sus instalaciones.

Quienes no han descansado prácticamente nada desde el lunes son los propios concejales del Gobierno local de Gandia. A muchos de ellos se les ha visto trabajando de forma incansable en la coordinación de todo el dispositivo, empezando por la alcaldesa, Diana Morant, y la vicealcaldesa, Lorena Milvaques. Ambas, junto a otros ediles, técnicos y trabajadores del ayuntamiento, algunos de ellos que incluso estaban de vacaciones, han estado hasta altas horas de la madrugada atendiendo de forma directa a la gente alojada en el Baladre. Ayer, toda esa tensión se convirtió en lágrimas de Morant y Milvaques durante la reunión que mantuvieron con los 400 realojados. Morant destacaba ayer que «la calidad humana de esta ciudad siempre se demuestra en las peores circunstancias».