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La Ribera tras la reversión pública

Más consultas, operaciones y lista de espera

La demora quirúrgica sube en 3 días desde que la Conselleria de Sanidad asumió el área - Los quirófanos abren mañana y tarde para frenar la tendencia

Más consultas, operaciones y lista de espera

Como saltar a un tren en marcha. Esa es la sensación que tuvo el equipo directivo al tomar las riendas el pasado 1 de abril del departamento de salud de la Ribera, tras su reversión a la gestión pública. La Comunitat Valenciana, con el PP en el poder, fue cuna de la primera área de salud gestionada de forma indirecta. Más de quince años después, y bajo el Pacte del Botànic, los ojos se volvían a girar hacia la Ribera pero, en esta ocasión, para saber cómo iba a hacerse algo sobre lo que no había antecedentes en toda España: retornar todo un departamento a la administración tras casi 20 años en manos privadas.

De aquella fecha «histórica» para la sanidad valenciana han pasado ya más de cuatro meses y, como el primer día en que se anunció que no se iba a prorrogar el contrato con Ribera Salud, todos los ojos siguen puestos en la Ribera. Si el nuevo Consell puso nada más llegar en 2015 una gran lupa en cómo la concesionaria Ribera Salud apuraba cada uno de los euros que recibía por la atención sanitaria de la población de la comarca (250.000 almas), las tornas han cambiado y estos primeros meses han sido de evaluación continua al equipo de la conselleria.

Qué se está haciendo, cómo, cuándo y por cuánto son analizados, escrutados y expuestos en una continuación del duro debate político generado en su día por la reversión. A los pacientes poco les importa de quién sea el logo que cuelga en la fachada más allá de que se solucione el problema de la falta de plazas de aparcamiento o de que la atención en el hospital siga siendo, como la sentían, razonablemente buena.

Sanidad era consciente del reto y del escrutinio público que iba a suponer la reversión y diseñó un plan para inyectar, nada más llegar cerca de 400 efectivos y 5,7 millones de euros extra. Cuatro meses después se ha visto que harán falta otros 100 trabajadores de aquí a final de año para dimensionar la plantilla, y al menos un quirófano y 24 camas más si se quiere mantener y mejorar datos en una situación que, por ahora, se valora con claroscuros.

Para la nueva gerente de la Ribera, Isabel González, cuatro meses es «poco tiempo» para tomar el pulso a todo lo que la conselleria ha puesto en marcha y para que se empiecen a ver resultados aunque hay quien entiende que si no los ha habido ya es porque no los habrá nunca. González rechaza esa crítica y pide tiempo e incluso pone fechas: a partir del primer semestre de gestión directa se empezarán a ver los beneficios.

«Es prematuro hacer balance aunque sí es positivo simplemente si pensamos que venimos de una gestión y organización diferentes y los profesionales han tenido que aprender a marchas forzadas. Tuvimos que hacernos cargo de un hospital que es como un tren al que te tienes que subir en marcha y no pararlo, sino imprimarle más velocidad, y eso se va a notar en los próximos meses», explica la gerente.

Pese a la inyección de personal, presupuesto y al aumento de consultas de atención primaria en estos meses, hay índices que no solo no han mejorado sino que han empeorado, como la lista de espera quirúrgica. Ribera Salud la dejó en abril en 62 días de media en el área y, en tres meses, ha aumentado hasta los 65 días. La media en los hospitales valencianos en el último corte de junio se eleva hasta los 90 días.

Desde la plataforma Sanitat SolsUna, creada en su día en oposición directa a la reversión, estas cifras suponen un «deterioro» que habría llegado «antes de lo que esperábamos. Un hospital es muy complejo y tiene una inercia muy grande y algunas cosas se han deteriorado muy rápido en solo un trimestre», asegura Carlos Rodrigo, presidente de la plataforma. «Al final se quedará en la media de la C. Valenciana. Se va a acabar igualando, aunque por abajo», añadió.

Desde la gerencia se justifica que la inercia que ahora están intentando frenar «no es del último trimestre» sino que la concesionaria permitió que en los dos últimos años de gestión «subiera la demora de 48 a 62 días. No sé por qué, pero es así y frenar este efecto arrastre nos va a costar. Hemos subido tres días y estamos ahí», reconoce. Lo que no se han encontrado, pese a los rumores y críticas que envolvieron al proceso de reversión ha sido «maquillaje» en las listas de espera quirúrgica. «No hemos encontrado nada. Los jefes quirúrgicos me merecen mucho respeto», zanjó.

Quirófanos mañana y tarde

Para poder echar el freno e incluso marcha atrás, Sanidad ha puesto toda la carne en el asador: los ocho quirófanos están funcionando mañana y tarde, de abril a junio se han hecho más operaciones que en el mismo periodo de 2017 que, solo en julio, van a ser 300 más.

«Lo decidimos antes de llegar porque se vio la tendencia: los quirófanos debían estar abiertos en verano, y todas las camas también. Los profesionales están de 8 de la mañana a 9 de la noche y están haciendo un trabajo excelente». Con este refuerzo, González espera contener e incluso rebajar listas de espera aunque, para ello, «necesitamos más camas y más quirófanos». «Tenemos un problema grave con eso. Otros hospitales similares tienen 500 camas y 21 quirófanos, nosotros 340 camas y 13 quirófanos». Para octubre ya está previsto abrir otra veintena de camas más aprovechando un área de consultas y otro nuevo quirófano.

No a la «depuración ideológica»

El trabajar codo con codo con profesionales que se han opuesto y siguen en contra de la reversión está favoreciendo un escrutinio -con filtraciones incluidas- necesario de la actuación pública pero que está generando un clima «hostil», según valoran desde la junta de personal del departamento. De hecho, entienden que González ha cometido un «error» al mantener a referentes médicos que estuvieron con Ribera Salud en puestos destacados. «Son personas de confianza de la anterior empresa y pueden dificultar la transición», apuntaba la presidenta, Àngels López, de CC OO.

González reconocía que las críticas y las demandas, en estos cuatro meses, habían aumentado pero no porque las cosas funcionaran peor, sino porque antes no había «libertad» para ello y descartó iniciar una «depuración ideológica» más allá de los despidos de la dirección que se firmaron el 1 de abril. «Los técnicos, que son muy buenos, se quedan. No toca juzgar la forma de pensar de las personas, sino su labor. Solo pedimos lealtad. Sabíamos cuando veníamos que estábamos expuestos a ellos», reconoce.

Además de los problemas en índices tan delicados como las listas de espera y la conflictividad interna, González reconoce que otra de sus «bestias negras» de estos meses es la obsolescencia que se han encontrado y no solo en equipos. «En las últimas lluvias se inundó la farmacia y un almacén; la cocina es para 180 menús y se preparan 320 cada día; faltan camas; tenemos habitaciones dobles en UCI... la calidad es cara. No hay que confundir. Ser eficientes consta de dos variables: calidad y costes. Hacerlo más barato lo sabe hacer todo el mundo, pero hay que hacerlo bien», asegura.

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