Desde que el lunes, poco después del mediodía, se declaró el incendio cerca de Llutxent, hasta el jueves, que quedó controlado, han ardido 3.270 hectáreas en los términos municipales de siete municipios valencianos. El propio Llutxent, Pinet y Quatretonda de la Vall d’Albaida y Gandia, Barx, Ador y Ròtova de la Safor. Medio centenar de viviendas arrasadas.

Pero, ¿cómo puede la mano humana prevenirse ante la expansión de este tipo de incendios? Levante-EMV se ha puesto en contacto con Ferran Dalmau, Ingeniero forestal y Director de Medi XXI.

«Existe una falta de consciencia del riesgo. La población percibe el riesgo de forma desigual, pero en muchos casos esa percepción es nula o escasa. Si se vive en una zona de riesgo se debe ser consciente y actuar en consecuencia. Desconocer las pautas básicas de actuación en caso de incendio y actuar por instinto tal vez no sea la mejor opción. Valorar si tu casa es segura ante un incendio, preguntarte si es defendible por parte de los bomberos o no, es un primer paso. Si no se dispone de la información necesaria para hacerlo hay profesionales como los ingenieros forestales que pueden ayudar a valorar el nivel de riesgo», afirma Dalmau.

El factor humano es de una importancia capital a la hora de, ya no solo prevenir, sino evitar la propagación de las llamas una vez declarado el incendio. Acciones que empiezan desde los propios propietarios de parcelas en terreno forestal (Ver gráfico). Para Dalmau, «hay comportamientos que hacen más probable que un incendio propague y se haga grande. En muchos casos los metros que separan el murete perimetral de la vivienda son clave, y no dependen de nadie más que del propietario de la parcela. Luego están las acciones colectivas de asociaciones de vecinos o de grupos no organizados de propietarios. Deberían entender que ante este riesgo juntos son más resilientes. Pero normalmente la gente opta por opciones individuales pese a ser más caras e ineficientes».

En referencia al incendio que ha devastado más de 2.000 hectáreas en la Vall d’Albaida y la Safor, el ingeniero forestal cree que «la dejadez colectiva acaba teniendo consecuencias como el incendio de Llutxent» y confirma que «Estos comportamientos se dan en general en Occidente. Hay mucho postureo. Si realmente fuésemos conscientes del problema que tenemos encima de la mesa ya habríamos empezado a tomar medidas. Las sociedades modernas occidentales hemos abandonado gran parte de nuestro sector primario y la actividad económica vinculada en el mundo rural y, especialmente en un entorno mediterráneo, esto ahora tiene unas consecuencias que estamos pagando», advierte.

«El problema de fondo -prosigue el experto- es que no hay una gestión forestal efectiva sobre el territorio. La mayor parte de los recursos públicos van destinados a extinción y falta una gestión del territorio forestal antes del incendio». «Obviamente no podemos volver a la sobreexplotación de los bosques que había en el pasado, pero no podemos pasar al extremo contrario y que las montañas sean una maraña impenetrables que, cuando quema, queman en alta intensidad, imposibilitando que los efectivos de extinción puedan controlar el fuego», concluye.

Mala planificación urbanística

En cuanto a la urbanización en zonas forestales, Dalmau sigue la línea de distintos expertos en la materia y concluye que «existe una urbanización en ocasiones inadecuada en lugares en los que no se ha tenido en cuenta el riesgo de incendio forestal». El especialista plantea en este caso el siguiente símil: «a nadie se le ocurriría construir una urbanización en medio del cauce del Túria, sin embargo, sí se hace en zonas donde puede haber una riada de fuego».

«La mejor protección en núcleos poblados que conviven con zonas forestales es la prevención», subraya Dalmau. «La autoprotección de sus bienes y sus propias vidas también es responsabilidad suya, no solo de las Administraciones públicas. No se puede echar siempre la culpa a los demás. Deben asumir sus responsabilidades, que las tienen, por el simple hecho de vivir donde viven. Son propietarios del riesgo al que están expuestas sus viviendas», destaca.