Según las cifras oficiales, el año pasado hubo en España un total de 49 muertes por violencia machista. Cada caso es diferente, pero todos esconden rasgos comunes. Primero es el dolor, la rabia, y la impotencia. Después viene el duelo y, por último, la ausencia. Ese vacío que se genera en el lugar que ocupaba el cuerpo de la persona que ha sido víctima del sinsentido. El fotógrafo valenciano Jesús Montañana se propuso mostrar ese «después», cómo queda el escenario de un crimen machista una vez que la policía y los equipos encargados de hacer las primeras pesquisas y el levantamiento del cadáver abandonan el lugar donde ha ocurrido.

De ahí parte su proyecto «Lo que no se ve». Cargado con su cámara ha recorrido toda España fotografiando aquellos sitios en los que se produjeron muertes por violencia machista. El autor ha querido, de hecho, ir un paso más allá y a las 49 víctimas que tiene contabilizadas el Estado, ha sumado aquellas que, aunque no constan en los registros de violencia machista com tal, también han muerto, a su entender, por esta misma razón. Se trata especialmente de niños, «que mueren para infligir dolor a las madres», dice. Pero también de prostitutas e incluso de hombres. «Hay hombres que mueren por violencia machista, pero no a manos de sus parejas, sino que son novios o familia de la mujer a la que el agresor quiere hacer daño».

Fue especialmente el nacimiento de su hija lo que despertó en Montañana una mayor sensibilidad sobre estas cuestiones que le llevaron a iniciar el proyecto, que finalmente consta de 79 instantáneas. «Al poco de nacer mi hija, a finales del 2016, hubo un caso en que asesinaron un niño. Esto, unido a mi formación, donde me enseñaron a cómo se debían tratar estos temas, me llevaron a empezar», explicaba ayer a Levante-EMV. «No hay que sacar el sufrimiento de la mujer ni de los familiares, porque esto incentiva a los maltratadores a que hagan las barbaridades que hacen», por lo que decidió centrarse en los lugares vacíos.

Para poder captar ese instante, el artista ha tenido que viajar cientos kilómetros. Lo ha hecho durante siete meses y en una furgoneta. Asegura que lo más importante era poder tomar la fotografía en un tiempo lo más próximo al hecho «para que el escenario no variara mucho». Asegura que «nunca me planteé que no mereciera la pena lo que me encontraría cuando llegara, porque solo por las víctimas la merecía. Reconoce que «sabía que no iba a ser fácil». De hecho, para poder acceder a algunos sitios, ha tenido que realizar un importante trabajo de campo. «Iba con la máxima de que es mejor pedir perdón que permiso». Es decir, su intención era marcharse del lugar con la fotografía perfecta, aunque ello supusiera acceder a lugares más sensibles. «Me acercaba lo máximo posible». Explica que «si podía acceder directamente, lo hacía, si no, pues iba ganándome la confianza de los vecinos, de la gente, hasta que podía tomar la foto que yo quería».

Montañana apunta que cuando llegaba al lugar donde solo unos días u horas antes había fallecido una persona «notaba una sensación de desazón, tristeza, pena, de sinsentido. Sentía que allí se había producido algo que no tenía explicación y que había causado mucho dolor». Su trabajo tiene como objetivo concienciar y denunciar la lacra de la violencia machista.

«Lo que no se ve» contiene lugares muy diversos, desde pisos impregnados de ceniza hasta espacios naturales, todos acompañados de un pie de foto que explica de manera sintética qué crimen se cometió en ese punto.

Asegura que, físicamente, los espacios donde más le costaba entrar eran hospitales, «donde todo está monitorizado». Emocionalmente asegura que los casos más complicados «han sido los que había niños muertos».

La exposición ha cosechado los premios «Centre Civic Pati Llimona Art Photo Barcelona» y «Copias Wall Award Art Photo Barcelona» y ha sido finalista de varios concursos.

Ahora acaba de recibir la beca Olot que le permite poder terminar el trabajo de fotografiar los espacios que dejan vacíos las muertes machistas.