Amparo y Vicente se decidieron por la maternidad subrogada como último recurso para tener un hijo biológico después de varios intentos fallidos en España. En Ucrania, y desde que empezaron el proceso, han tenido un contacto «constante» con la mujer que ha dado a luz a su bebé por lo que Amparo rechaza de plano que se hable de explotación. «La conocimos incluso antes de la implantación y conectamos. Quien piense que solo lo hacen por dinero, están muy equivocados. Aquí tienen otra mentalidad, entienden la importancia de tener una familia y tienen hijos desde muy jóvenes y lo hacen por bondad y humanidad», explica esta valenciana.

De hecho, su madre gestante «es trabajadora, tiene estudios, su nivel de inglés... no viene de ninguna zona deprimida ni es una inculta como se quiere hacer ver. Es de clase social media, tiene a sus dos hijos y se ha cogido una excedencia para hacer esto de forma voluntaria», añade.

Han estado compartiendo con ella mes a mes el embarazo y han estado presentes tanto en la recta final como en el parto «y después también. De hecho, pensamos tener una relación con ella de por vida porque gracias a ella podemos tener a Marcos con nosotros. No es una simple relación comercial, tenemos una relación emocional con ella», razona Amparo que critica a aquellos que piensan que la maternidad subrogada es «venir, coger a tu hijo e irte. Están muy equivocados. Nadie explota a nadie».

La posición del gobierno español de Pedro Sánchez es, sin embargo, totalmente diferente y las trabas para inscribir a través de pruebas de ADN a los niños en los consulados ya se han implantado en Ucrania y en Georgia. Las asociaciones progestación subrogada temen que se extiendan al resto de países.