Más de dos mil años de naufragios, de riquezas y de patrimonio. La costa valenciana guarda en sus aguas la huella de su historia. Ánforas, cañones, monedas, pecios de galeones y restos de artillería aún sumergidos podrían ser la respuesta a tantos años de investigación sobre la historia de la Comunitat València. El expolio y la venta ilegal de tal patrimonio ha puesto en alerta a la comunidad de investigadores que no pueden evitar llevarse las manos a la cabeza al escuchar que vecinos de Pinedo o la Malva-rosa exponen en sus casas ánforas grecoromanas.

El «buzo dominguero» es, según el historiador y gestor de patrimonio valenciano Ximo Soler, la viva imagen del expolio en València. Una tradición que se consolidó hace más de treinta años. «Es habitual que aficionados se sumerjan los domingos en busca de yacimientos», explica Soler. El «desconocimiento», sin embargo, ha propiciado que, en lugar de observar tal patrimonio desde una posición privilegiada, decidan recogerlo y llevarlo a casa. «Y lo hacen porque creen que lo están haciendo bien», asegura Soler. Y es que «algo que se lleva normalizando durante tantos años, es muy difícil extirparlo de la noche a la mañana», lamenta.

Por ello, por el «desconocimiento» (y el consiguiente expolio) Soler decidió (junto a la gestora de patrimonio Ixone Herrero y la trabajadora social Nuria Galiana) fundar la primera cooperativa valenciana para la defensa del patrimonio subacuático de la costa valenciana: Asociación Àncora Cultura del Mar. Esta fundación seguirá tres líneas de actuación clave: defender el patrimonio de manos de «buzos domingueros», educar a la población para la conversación de esta riqueza histórica y actualizar la carta arqueológica de la costa valenciana.

Y es que según el historiador valenciano, actualmente quedan yacimientos sumergidos que no se encuentran correctamente localizados, «no sabemos por qué», indica mientras señala en el mapa abierto de su ordenador cómo unos barcos de la Primera Guerra Mundial que naufragaron en la costa del Cap i Casal muestran sus coordenadas en aguas baleares.

Cooperación iberoamericana

«Según el creciente interés que hemos visto en los últimos años, el patrimonio subacuático se convertirá en una moda de aquí un par de años», indica Soler. «Por eso tenemos el deber de saber gestionarlo... Queremos prevenir una situación dramática», advierte.

La causa de este repentino interés por los bienes sumergidos, explica Soler, se debe al sentimiento «pseudonacionalista» que despertó el (re)descubrimiento del galeón español de San José en aguas colombianas en 2015, como publicó Levante-EMV el pasado lunes. En la publicación, el valenciano Gustavo Vivas pedía al presidente del Gobierno Pedro Sánchez que aprovechase su gira por Latinoamérica para crear una red de cooperación iberoamericana para la protección del patrimonio subacuático de cazatesoros.

A raíz de este hecho, Sánchez aseguró el jueves tras su encuentro con el presidente de Colombia, Iván Duque, que España está «dispuesta a cooperar» con Colombia para lograr un acuerdo con respecto a quién se queda con los derechos del tesoro del galeón español. Duque, por su parte, también trasladó su deseo de mantenerse en «una posición constructiva en este asunto».