La Conselleria de Educación ha adjudicado por 3,9 millones de euros el «servicio de atención y apoyo educativo al alumnado con ceguera o deficiencia visual grave en la Comunitat Valenciana». Como es habitual y también pasa en otras comunidades autónomas, la ONCE ha obtenido este contrato, cuyo presupuesto se destinará a los próximos tres cursos y renueva el acuerdo anterior.

La cantidad supone «una cuarta parte de lo que la ONCE invierte al año en materia de educación» en el sistema valenciano, en torno a cinco millones de euros cada curso, explica Germán Moya, director del Centro de recursos educativos (CRE) de ONCE en Alicante. «La educación de todos los niños es competencia de la conselleria pero la ONCE ayuda a que las necesidades especiales se cubran y la educación inclusiva sea efectiva», detalla.

En la C. Valenciana, la organización acompaña a un total de 670 estudiantes de todos los niveles -desde atención temprana (de 0 a 3 años) hasta la universidad-, la inmensa mayoría matriculados en el sistema público.

Para atenderles, cuenta con 36 maestros de apoyo itinerantes, entre ellos especialistas de diferentes disciplinas; dos trabajadoras sociales; dos psicólogos; instructores tiflotécnicos -para facilitar la adaptación a las nuevas tecnologías-; y dos técnicos de rehabilitación, que enseñan a los alumnos la destreza con el bastón o cómo moverse por sus centros. A estos profesionales también se suman dos especialistas en sordoceguera, un pedagogo, un óptico y un oftalmólogo.

Además, la ONCE también cuenta con un servicio de adaptación de material educativo y, antes de que empiece el curso, los libros se transcriben a braille y las imágenes y mapas se representan en relieve. «A pesar de las nuevas tecnologías, si los niños no tienen resto visual, el braille sigue siendo un código muy similar a la tinta», explica Moya. Al mismo tiempo, «trabajamos y tratamos de concienciar sobre la necesidad de nuevas tecnologías y en la elaboración de libros digitales sin barreras», añade.

Por otro lado, la ONCE acompaña a las familias y ofrece a estos estudiantes servicios de escolarización combinada para «momentos de dificultad o un apoyo más intensivo en periodos no lectivos para reforzar materias», detalla Moya; así como la posibilidad de hacer ejercicio en diferentes escuelas deportivas. El objetivo es, como el resto del alumnado, «el desarrollo personal y educativo» de los menores y jóvenes.

Desde la ONCE destacan que este sistema da unos «resultados maravillosos», ya que el fracaso escolar del alumnado ciego es del 9 % al finalizar la ESO, cuando la media estatal está en torno al 20 % y la europea en el 11 %.