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Transición energética

El último tarifazo de la luz viene del agua

Las eléctricas ofrecen en el mercado precios superiores a los de térmicas de carbón y gas

Los resultados del mercado eléctrico español están sepultando este año lo que hasta no hace mucho se tomaba como una evidencia fuera de duda: cuanto más lloviese, más barata sería la luz. Llover ha llovido mucho, pero las eléctricas están ingresando por kilovatio el 35 % más que entonces.

¿Qué está pasando? La respuesta remite al funcionamiento del llamado mercado mayorista de la luz y a las estrategias de las compañías generadoras para maximizar sus beneficios.

La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, declaró el pasado viernes que el incremento registrado este año por la electricidad es el «reflejo de la generación sucia». Ella, al igual que las empresas productoras y una mayoría de analistas, han señalado como responsables a las térmicas de carbón y ciclos combinados de gas, en la medida en que sus costes se están disparando por el encarecimiento de los combustibles y de los derechos que deben adquirir para emitir CO2.

Pero los datos sobre lo ocurrido en el mercado muestran que no son esas instalaciones las que últimamente han encarecido el recibo, sino las presas hidroeléctricas, las tecnologías con los costes más bajos de todo el sistema.

Así es el mercado

El precio de la energía consumida representa en torno al 35 % del recibo y se fija a diario en un mercado de tipo «marginalista». Las empresas productoras presentan sus ofertas de venta para cada hora del día y las comercializadoras las de compra.

Unas y otras se cruzan y aceptan siguiendo un orden que da preferencia a las más baratas, hasta completar con la energía necesaria para cubrir la demanda.

El pasado miércoles día cinco, el precio medio del megavatio alcanzó en el mercado mayorista el nivel más alto del año, 74,58 euros inéditos para un mes de septiembre desde el año 2008.

Sobrecostes

Los focos se pusieron rápidamente sobre los sobrecostes que están teniendo las térmicas de carbón y los ciclos combinados de gas natural, en buena parte asociados a la escalada en la cotización de los derechos para emitir CO2 en la «bolsa» europea donde se negocian esos bonos con un creciente protagonismo de la especulación de naturaleza financiera.

Pero los datos oficiales apuntan en otra dirección. En 20 de las 24 horas del cinco de septiembre, el precio de la luz que pagan los consumidores lo fijaron productores de energía hidroeléctrica. Sus ofertas fueron las últimas y por ello las más altas en entrar en cada una de esas 20 horas, en algún caso empatando con otras instalaciones renovables. Las térmicas de carbón únicamente marcaron el precio entre las siete y las ocho de la mañana, y ninguna central de gas llegó a hacerlo.

La oportunidad

Las compañías están aplicando con las producciones hidroeléctricas criterios de «coste de oportunidad». Es decir, ofertan a precios altos, muy superiores a sus costes -fijos y variables- y análogos a los de un ciclo combinado. Dicho de otro modo, ofrecen precios más altos para maximizar el beneficio, hecho por el que la Comisión de los Mercados y la Competencia (CNMC) y el Gobierno tienen la lupa puesta sobre tales estrategias empresariales.

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