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100 días en el mando a distancia

Los académicos aprueban con matices a À Punt, nacida con un importante peso de producción externa y un «bajo» presupuesto

Se cumplen 100 días desde que la televisión pública volviera a las pantallas de los hogares valencianos 1.654 días después de morir Canal 9. La radio, como en la historia, fue anterior, en diciembre de 2017, pero la televisión costó más de encender.

Los académicos dan un aprobado, con matices a los primeros 100 días de emisiones. El 10 de junio, Canal 9 pasaba a la historia mientras À Punt comenzaba la suya. Nació llena de polémica, con más razón aún si se tiene en cuenta que todavía da coletazos el gigante televisivo que se cerró en 2013 bajo el gobierno popular y por el que la Generalitat carga ahora, con el ente ya liquidado, con una deuda que supera los 1.000 millones de euros.

À Punt irrumpe como uno de los logros del gobierno del Botànic, convencido de su necesidad de «vertebrar» la sociedad y para reactivar un sector que quedó reducido a su mínima expresión cuando cerró el motor audiovisual que era Canal 9.

La información de proximidad es el mayor valor que intenta ofrecer. Los productores apuestan por llegar a buena parte del territorio de la C. Valenciana. Los micrófonos de radio y televisión con el logo de la casa se han dejado ver en fiestas populares, celebraciones y en cualquier suceso noticiable de la geografía. Aún queda algún escollo que sortear: la frecuencia radiofónica no cubre todo el territorio, en ocasiones por la propia orografía del terreno.

Es precisamente la proximidad la piedra angular de la televisión; su razón de ser. Así lo confirma Juanjo Bas, vicedecano de Comunicación Audiovisual del CEU Cardenal Herrera, quien cree que el periodismo local es el mayor reclamo que À Punt puede ofrecer. Eso, sumado a una apuesta por lo cultural más que evidente que en ocasiones se limita demasiado a lo autóctono sin mirar más allá de las fronteras. Bas resalta que À Punt tiene también el deber de educar en valores y eso sí se refleja en su programación: la igualdad de género es, de entre muchos, el ejemplo más plausible de un concepto que salpica buena parte de los contenidos.

«Hay que valorar todo lo que están haciendo en función de su presupuesto, uno de los más bajos de las televisiones autonómicas», recuerda Bas, quien cree que lo mínimo que se le exigía, hacer una televisión digna, se ha conseguido de forma exitosa.

El presupuesto fue aprobado en las Corts y ascendió a 55 millones de euros, lo que supone un gasto de 11 euros por habitante valenciano, muy inferior a otras radiotelevisiones con lengua propia. Los vascos invierten 58 euros, mientras los catalanes 40 y los gallegos, 36 euros. Del presupuesto total que la Generalitat otorga, en 2018 el gasto para plantilla fue de 22,9 millones, mientras que la cantidad que se contempla para contenidos en este mismo ejercicio es de 20,2 millones.

Los informativos son la cuestión más «peliaguda» para Bas. Considera que, profesionalmente, «se están salvando bien los muebles», y cree que serán más atractivos cuando dispongan de más recursos de edición. La lupa, sin embargo, está puesta en si la información está políticamente condicionada como llegó a suceder en Canal 9.

À Punt (al igual que su antecesora con el PP) ha sido acusada, incluso antes de nacer, de ser «Telecompromís». Bas considera que la pluralidad de voces se cumple, algo que ratifica el profesor de Comunicación de la Universitat de València Josep Lluís Mompart: «Son plurales y rigurosos. ¿Podrían mejorar? Por supuesto, como The New York Times o la BBC», ironiza. Cree que la calidad, que considera buena, mejorará en cuanto se amplie la plantilla y esté todo el personal. «Se profundizará más en los temas y llegará a más sitios», confía.

La plantilla de À punt en septiembre llega a los 390 trabajadores de las 489 plazas de la relación de puestos de trabajo, por lo que quedan casi 100 personas por ser contratadas en la administración y de forma temporal hasta que se convoquen las oposiciones para adjudicar las plazas.

La crítica de televisión en Levante-EMV y profesora de Periodismo en la Universidad CEU Cardenal Herrera, Maite Mercado, cree que en el área de informativos, bien sea diarios o en programación, debe incrementarse la producción propia y eso viene también condicionado por una ampliación de la plantilla.

Mercado subraya que la salida del negro de À Punt ha supuesto «el renacer del sector audiovisual valenciano». Según datos revelados por la radiotelevisión, desde que se puso en marcha la maquinaria televisiva se han firmado 162 contratos con todo tipo de entidades audiovisuales. Desde productoras, pasando por empresas de doblaje o largometrajes.

La única producción propia que está en manos de la plantilla de À Punt son los informativos diarios, los de fin de semana y la programación especial, como la que emitieron esta semana con motivo del debate de política general que se celebró en las Corts y por el que se suspendió la programación matutina y vespertina, en manos de las productoras.

En otoño se espera que se active el sistema de medición de audiencias, contratado recientemente. Hasta ahora, la cadena desconoce su «share» de audiencia. La directora general, Empar Marco, mostró en las Corts su reticencia a contratar medidores tradicionales para una audiencia completamente segmentada por la edad del público y los formatos. Bas apunta a que el reto no será que la sociedad conozca la nueva marca, sino generar un interés que tal vez se haya perdido en cinco años. Para Mompart es imprescindible fijarse en los jóvenes y no olvidar la programación infantil.

«Por ahora, no hemos recibido quejas», afirma Julia Sevilla, la presidenta del Consell de la Ciutadania, el órgano que comunica la radiotelevisión con la población. Una manera de que la sociedad «tenga voz dentro de la radiotelevisión», que cumple mañana 100 días sintonizada en el mando a distancia.

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