No hace falta tener una discapacidad para tener mermada la movilidad. Muchas personas mayores o accidentadas se desplazan con muletas o sillas de ruedas sin tener reconocido grado alguno. Ayer, las vecinos de València salieron a las calles a celebrar la festividad de 9 d'Octubre. Y también lo hicieron los usuarios en sillas de ruedas, con o sin discapacidad. Con o sin compañía.

Entre la gran agenda de actividades y oferta cultural que programa la Generalitat Valenciana para celebrar el 9 d'Octubre destaca la apertura y entrada gratuita a edificios emblemáticos de la ciudad. Las personas con la movilidad reducida se quedan, sin embargo, en la puerta. Y es que no pueden acceder a numerosos monumentos.

En algunas ocasiones, porque la falta de accesibilidad es una evidencia (por ejemplo, las Torres de Serranos) y en otras, porque las personas que se desplazan en silla de ruedas no pueden entrar porque, simplemente, no se ha previsto que lo hagan. Y es que, tal día como ayer, el Palau de la Generalitat se torna inaccesible. Y no porque lo sea. El edificio dispone de un ascensor pero, ante una jornada de puertas abiertas, se clausura«por motivos de seguridad». Sin más alternativa.

«El día de todos los valencianos no hay ninguna medida que nos ayude a sentirnos iguales. Nosotros no hablamos de subir a las Torres de Serranos. Jamás podremos hacerlo y podemos entender que cualquier medida que nos ayudara sería una barbaridad en un monumento con tantos años y tanta historia. Vale, no subimos a las Torres de Serranos ni a las de Quart. Pero, ¿al Palau de la Generalitat? Que haya un ascensor y se bloquee un día como hoy (por ayer) no tiene sentido porque eso significa dejarnos fuera, excluirnos y discriminarnos con toda la intención. Si tienen que contratar a más personal para ese día, que lo hagan. Instalar un ascensor en la Torres de Serranos es un imposible y por eso ni lo pedimos. Pero bloquear un ascensor que funciona en el Palau de la Generalitat es adoptar una medida sin pensar en nosotros. Es una cuestión de voluntad. Nos sentimos valencianos de segunda», critican desde la asociación de Esclerosis Múltiple de Xàtiva.

La Lonja es otro de los edificios más emblemáticos de la ciudad que también es inaccesible para el colectivo. En este caso sí existe una solución de accesibilidad (una plataforma elevadora) que, sin embargo, está «más tiempo estropeada que en funcionamiento». Y ayer era uno de esos días en los que no funcionaba.

Los operarios ayudan a quienes quieren acceder en silla de ruedas a salvar los tres escalones que impiden el acceso pero esa no es la solución que persigue el colectivo. Sin embargo, también hubo ayer tiempo para el optimismo. Como el de Josep Casanova que aseguraba que «cada vez hay más cosas accesibles. Antes ni tan siquiera salíamos a la calle. La gente con movilidad reducida se quedaba en casa. Ahora no, y si no puedes pasar, pues cambias de itinerario. Y si no puedes visitar un palacio, pues vas a otro sitio». Una lección de positivismo contra las trabas administrativas.