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Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias

El guardián de las esencias agrarias valencianas

El nuevo IVIA mantendrá su naturaleza pública y apuesta por la obtención de nuevas variedades resistentes a la sequía y la salinidad

Rodeado por una vasta extensión en Moncada de 44 hectáreas de superficie con explotaciones de frutales, invernaderos, centros de experimentación, laboratorios de biología molecular o de cultivos in vitro, edificios de genómica y postcosecha, agroingeniería o robótica, entre otros, el director general del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), Enrique Moltó, coordina los trabajos de 250 profesionales del sector. Hay investigadores, técnicos, personal de mantenimiento y colaboradores para programas temporales.

Son guardianes de las esencias del campo y referentes para sector dentro y fuera de España. Abanderan la vanguardia en materia de I+D e innovación en la selección de nuevas variedades citrícolas o la lucha contra las plagas vegetales que azotan de lleno al sector agrario.

Son también las personas que mantienen este centro -cuyo 150º aniversario acaba de cumplir- y asumen ahora el reto de garantizar que la agricultura del siglo XXI «sea compatible con la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del medio ambiente», explica Moltó.

Cuenta el director general que el verdadero éxito del IVIA es «probablemente poder celebrar un siglo y medio de historia de investigación para el sector público con fondos públicos», resalta este licenciado en Ingeniería Agrónoma por la Universidad Politécnica de Valencia y diplomado en Informática por la UPV, quien dirige el organismo desde 2014.

«Resolver problemas de hoy, garantizar la biodiversidad y luchar contra el cambio climático. Esta es la auténtica vocación del instituto», apunta a su paso por el laboratorio de cultivos in vitro, donde controla todo el material vegetal citrícola que entra en Europa.

«Los virus son muy peligrosos, hay que controlarlos y por eso es clave hacer desde aquí cultivos sanos que podamos exportar y poner en valor para los productores», agrega.

Ante el cambio climático

Desde el punto de vista productivo, el IVIA avanza en la obtención de nuevas variedades vegetales resistentes a la sequía y salinidad; es decir, contra consecuencias directas del cambio climático.

En ese campo, el organismo avanza en su intento por lograr mandarinas tardías o extratempranas, un trabajo cuya investigación, desarrollo y traslado al campo para su cultivo puede tardar entre 10 y 15 años.

«La obtención de nuevos mandarinas es clave para abrir el mercado, muy concentrado durante los meses centrales de las campañas citrícolas», indica el director general del IVIA. También trabaja con el sector del caqui, entre otras frutas, para lograr variedades que permitan alargar la temporada. Y trata de combatir la mancha negra de otro cultivo característico de València: la chufa.

Robótica en los campos

En otros ámbitos de actividad, el instituto desarrolla desde su centro de agroingeniería para fabricar vehículos automáticos que circulen por campos de cultivos para poder detectar la presencia de bacterias nocivas, como por ejemplo la Xylella fastidiosa, esa que ha arrasado ya cinco millones de olivos en Italia y algo más de un millón en Baleares.

En esta lucha contra la devastadora plaga el IVIA -que alberga el laboratorio nacional de referencia de bacteriología- «trata de descubrir cuanto antes la presencia de enfermedades vegetal para evitar su propagación», advierte Moltó. Como se recordará, esta bacteria que causa la mortandad de los árboles ha sido detectada en ocho brotes en comarcas del interior de Alicante, donde está arrasando explotaciones de almendros.

Fondos públicos

Los nuevos tiempos para el IVIA también llegan porque ha sido capaz de superar años de ajustes de recursos económicos y humanos. El organismo público, que dispone de un presupuesto anual de 13 millones de euros, estaba languideciendo respecto a otros del sector en España que también reciben fondos públicos como el IRTA (Tarragona) o Ifapa (Andalucía), aunque esa tendencia se ha invertido.

En las convocatorias de ayudas repartidas por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) acapara el 80 % de las subvenciones que requieren sus proyectos, que son cofinanciados; mientras que en la media de las comunidades autónomas de España es del 50 %.

El INIA, también en fase de cambios, reparte unos 12 millones de euros anuales. Además, después de años de amortizar las plazas vacantes de investigadores este año se incorporarán unos 20 técnicos.

Según la directora general de Desarrollo Rural y Política Agraria Común, Maite Cháfer, la ley que prepara la Conselleria de Agricultura actualizará el régimen jurídico y funcionamiento del IVIA, «lo que supone un cambio de paradigma, ya que aprovecha la oportunidad para crear un nuevo marco general y global que regula la coordinación del conocimiento agroalimentario generado en la Comunitat Valenciana».

Para eso, la conselleria dispone ya de una estrategia valenciana agroalimentaria propia, que marcará los grandes retos a afrontar en lo local y en lo global en el ámbito de la investigación y de trasferencia de conocimientos. Para eso, entre otros organismo, quiere apoyarse en los centros de experimentación que la conselleria posee en Elx, Carcaixent, Vila-real, Requena, Moncada y Lluxent.

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