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Entrevista

Silvia Agüero: "La lucha gitana no pretende dividir el movimiento feminista, sino unir fuerzas"

"No nos adherimos al 8M porque se pedía la igualdad salarial cuando nosotras ni siquiera tenemos acceso a un trabajo digno", indica la activista gitana

Silvia Agüero no desvía la mirada de su hija ni un solo instante durante la entrevista. Agüero explica cómo cada vez que un desconocido le pregunta a su hija cuál es su nombre responde «niña», porque un día salió a la calle con unos pantalones azules y le dijeron que si iba vestida así era porque se trataba de un niño. «Por mucho que intente criar a mi hija en el feminismo, cada vez que sale a la calle se estampa contra el patriarcado», lamenta la activista.

¿Se pone en duda que las mujeres gitanas sean feministas?

Claro que se pone en duda: se considera un oxímoron. Se tiene la imagen de que las mujeres gitanas vienen de una cultura milenaria patriarcal, pero cuando las sufragistas empezaron a pedir el voto para las mujeres payas e intentar que tuvieran una cuenta corriente a su nombre y pudieran salir a trabajar, nosotras estábamos hartas de hacerlo fuera de casa y con los niños a cuestas. Debe ser algo esencial que las payas se miren y digan: 'Si, soy mujer, sufro opresiones, pero también tengo un privilegio'. Y es que son blancas y payas en una España en que ser español significa no ser gitana, no ser árabe y no ser negra.

Cuando el feminismo hegemónico cuenta con las gitanas, ¿sentís que lo hace desde un prisma paternalista y jerárquico?

No ha contado nunca el feminismo hegemónico con las mujeres gitanas. De hecho, el 8M pasado se intentó que algunas de nuestras luchas se tuvieran en cuenta y no se llegó a un acuerdo. Muchas mujeres gitanas racializadas fueron apartadas de las líneas centrales de las manifestaciones porque decían que dividía las luchas... Somos mujeres y luchamos por lo que nos oprime. No vamos a dividir nada, vamos a unir fuerzas.

¿Cuál es el caballo de batalla del feminismo gitano?

No creo que haya diferencias entre el feminismo payo y gitano. Lo vemos cada día. En dos días hemos tenido cinco mujeres muertas. El machismo y el patriarcado forman parte de toda la sociedad y nosotras no estamos exentas. Pero quizás las mujeres gitanas no teorizamos tanto el sentido del feminismo porque nuestras necesidades son muy básicas: tener una vivienda digna, no vivir en guetos encerradas, mayor esperanza de vida... Por eso no nos adherimos al 8M: vosotras pedíais igualdad salarial en un momento en que nosotras ni siquiera tenemos derecho a un trabajo digno.

¿Os sentís representadas dentro del movimiento feminista?

Claro que nos sentimos identificadas. Luchamos por lo mismo, por un patriarcado que nos mata cada día. A todas. Lo que pasa es que el movimiento feminista debe entender que hay otro macho igual de grande que se llama antigitanismo que nos mata por ambos lados.

¿La cultura gitana ayuda a la conciliación por la que el feminismo lucha?

Por supuesto. El «mercao» es un recurso anticapitalista. Cuando mi niña nació, yo me iba a vender por las calles y me la llevaba, y si mi marido ha ido a vender fruta también se los ha llevado al «mercao». No hemos creído nunca en guarderías. ¿Hay mejor educación que esa? Ahora mismo no hay espacios para madres e hijos: no puedes ir al cine, no lo puedes llevar al trabajo, tienes que dejarlo en una guardería para la que tienes que ganar un pastón? Todo está capitalizado. Y aunque es cierto que a nosotras también nos influye el capitalismo, contamos con recursos anticapitalistas. Nuestros modelos organizativos son un ejemplo para la sociedad mayoritaria y no se nos reconoce.

La directora de la película Carmen y Lola, Arantxa Echevarría, dijo que si las denuncias de las gitanas no las cuenta una paya, no las cuenta nadie.

Es el concepto epistemológico de «paya retestiná»: una mujer que piensa que puede salvar a las gitanas con un tono claramente paternalista hacia nosotras. Ojalá que su película tenga un montón de éxito, pero que no vuelva a decir que es un documental. Es ciencia ficción, forma parte del imaginario payo, de La Gitanilla, de Esmeralda de Victor Hugo, de Carmen la Cigarrera. De ese imaginario payo que es totalmente mentira. Ella ha creado a sus gitanas, con toda la homofobia que lleva detrás como si en la sociedad mayoritaria no hubiera homofobia. Es gente que se aprovecha del tema gitano, como ha ocurrido siempre, porque han visto que ahí pueden ganar dinero.

Se ve como algo exótico, ¿no?

El feminismo gitano lleva mucho tiempo, no es solo un boom de ahora. En el Samudaripen (el Holocausto nazi hacia los gitanos) el 16 de mayo de 1944 hubo una insurrección liderada por gitanas en las que no dejaron que las SS se metieran dentro de los barracones del campamento gitano y las llevaran a las cámaras de gas. Ese día no hubo ningún gitano que muriera gracias a una insurrección liderada por mujeres. Y te voy más cerca, en el genocidio contra los gitanos y gitanas de 1749, las gitanas de la Casa de la Misericordia de Zaragoza se desnudaban frente a los curas para herir su pudor y que no oficiaran misa. Me río yo de la transgresión de las de Femen... No somos sumisas, ¿cómo tenemos que decirlo? Somos rebeldes, feministas por naturaleza.

¿Hay asociaciones potentes de feministas gitanas en València?

Hay una asociación gitana súper potente, que es Gitanas Feministas por la Diversidad. Después hay muchas activistas desperdigadas pero que estamos juntas porque somos primas. Y no tenemos la necesidad de crear una asociación porque nuestros modelos organizativos son distintos a los de los payos, y eso también se nos intenta inculcar.

Simone de Beauvoir o Virginia Woolf son algunos de los iconos en el feminismo payo, ¿se comparten esos referentes?

Por supuesto, y está muy bien leerlas. Pero también a Soraya Bosch que es una eurodiputada sueca del partido Iniciativa Feminista. Se tiene que leer a Ethel Brooks, otra gitana de la Universidad de Rutgers, a Carmen Gheorghe, gitana, que tiene una carrera en estudios de género... Es que no son referentes únicamente de las gitanas, son nuestras referentes.

¿Ha tenido referentes feministas en su propio entorno?

Sí, mi abuela es un referente para mí, mi suegra, la tía Juana, la del Pipa, Carmen Amaia? Mujeres súper poderosas, con una estética que está totalmente rechazada en el entorno payo: las caras morenas, negras, los labios fuertes, con una mirada que da miedo, con el pelo y esos cuerpos voluminosos totalmente fuera de toda comercialización de la mujer... El problema lo estoy viendo con mi hija, que aunque la quiera criar feminista, sale a la calle y se estampa contra el patriarcado.

¿Los estereotipos propios de la mujer se proyectan con más fuerza en la gitana?

Eso es lo que forma parte del imaginario payo: nos ven como sumisas, que formamos parte de un clan, con un patriarca que nos dirige. Mira, nos siguen diciendo que su racismo viene de la ignorancia porque somos una sociedad muy hermética. ¿Por qué después de 600 años aquí os seguís imaginando cómo somos? En eso influye la gitanofobia: no se han acercado nunca a nosotros porque les da miedo. ¿Qué más da que me conozcas o no si me tienes que respetar igual?

¿Crees que el feminismo hegemónico logrará tomar en consideración a las gitanas y a las negras?

Creo que sí, que hay una brecha en las sociedades que es el feminismo. Una grieta que se ha abierto para que las desigualdades sean escuchadas y reivindicadas.

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