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Entrevista

Rubén Costa: "Con la bacteria E. coli podemos producir proteínas fluorescentes"

El científico valenciano desarrolla en su laboratorio una nueva luz led sin itrio y menos contaminante

¿Cómo fue la experiencia de participar en el WEF?

Me ha servido para descubrir qué se mueve en la revolución industrial 4.0, la inteligencia artificial, la economía circular y la sostenibilidad, y cómo se pueden introducir en la sociedad. Ahora, si hacemos un producto maravilloso tiene que ser reciclable.

¿Era la primera vez que participaba en este foro?

Sí. El Foro Económico Mundial selecciona a los mejores científicos del mundo menores de 40 años que se centran en los campos que ellos consideran de alto interés a nivel global. A mí me seleccionaron desde el punto de vista de la sostenibilidad, por el uso de las proteínas fluorescentes en iluminación y el impacto que tiene la luz artificial.

Además de ser uno de los jóvenes seleccionados, fue el único español. ¿Se lo toma como un reconocimiento?

Sí, un reconocimiento al trabajo pasado. El foro es muy selectivo y mucha gente que también lo merece se queda fuera.

¿Qué destacaría del ambiente? Se reunieron investigadores y representantes políticos y del mundo empresarial.

Son 150 países representados por 3.000 personas, de las cuales solo 36 somos científicos. La sinergia es muy intensa, porque los puntos de vista son muy diferentes. Fue bonito ver que compartimos la visión sobre la importancia de la ecología y la sostenibilidad. Se habló mucho del Internet de las cosas (IoT) y de cómo convertir ciudades con mucha historia, como València, en smart cities totalmente autosostenibles. Las directrices ya están colocadas, así que espero que en un futuro lo consigamos. Todo lo que vi me parece positivo.

¿Qué acogida tuvo su presentación en el foro?

Estuvo muy bien, porque cada persona tiene su especialidad y destacaba cosas diferentes. Una de las preguntas era cómo he llegado hasta aquí y es muy difícil responder porque es por una serie de coincidencias preciosas con gente que me he encontrado en la vida. Empresas de iluminación se han interesado muchísimo, porque ven que lo que proponemos es muy interesante. Muchos biólogos se sorprendieron de que se pudiera hacer tecnología con lo que ellos trabajan. De hecho, he conseguido más contactos con gente del campo de la Biología que con tecnólogos.

Hace un tiempo hablamos en Levante-EMV sobre la utilización de proteínas naturales para la creación de «bio-LED». ¿Cómo ha evolucionado la investigación?

Estamos a punto de dar un salto cuantitativo en la estabilidad: hemos conseguido superar las 1.000 horas. Ahora, el reto serían 5.000. También desarrollamos ventanas solares con la beca Leonardo de la Fundación BBVA.

Entre otras cosas, en el foro explicó que el sol no es la única fuente de luz natural y que las medusas les han inspirado.

Exacto. Si buceas, al bajar a la oscuridad ves que los animales se comunican con luz. Las medusas generan una reacción química con proteínas fluorescentes de diferentes colores, que utilizan para comunicarse a centenares de metros, por lo que la luz es muy fuerte. Esto fue lo que el profesor Osamu Shimomura estudió en los años 60, cuando la bahía de Washington se llenó de medusas verdes.

¿Qué proponen ustedes con los «bioleds»?

Los leds actuales se fabrican con itrio, una tierra rara de la que hay poca en el planeta (400 kilotoneladas y ya utilizamos 20). Si se tienen que sustituir todas las bombillas del mundo, la producción -y por tanto, su precio- augmentará. Es un mineral muy localizado en África, el Amazonas, Canadá, el Gobi y el norte de Japón. Su extracción genera fosos en la tierra, que acaban con el ecosistema y contamina el agua, y el material se refina a altas temperaturas. Además, la mayor productora es China, hasta donde se transporta, y luego se vuelve a distribuir. La huella ecológica y la generación de CO2 es brutal y, económicamente, no es rentable el reciclaje de los leds. El otro aspecto negativo es que el led no filtra del todo la luz azul. Por esto, lo que nosotros proponemos es un material que se puede producir en cualquier país del mundo, que es barato, no requiere transporte ni refinería y no tiene ningún impacto, porque las bacterias generan las proteínas de una manera muy sencilla.

¿Y cómo es el proceso?

Simomura mató miles de medusas para sacar proteínas pero, 10 años después se descubrió cómo meter el código genético de una proteína en un organismo vivo; eso está patentado y cualquiera lo puede hacer hoy en día. Nosotros cogemos la bacteria E. coli, porque es tan «tonta» que no tiene identidad y asimila como suyo el ADN que le das. Así, las proteínas fluorescentes las producimos en una fermentadora, donde las bacterias las reproducen. En un momento, cortamos la producción y sacamos las proteínas. Al resto, le damos más azúcares, aminoácidos y un poco de medicamentos y seguimos con la producción. Esto se puede hacer en un laboratorio sencillo, porque la E. coli se muere si la sacas del medio y no hay ningún riesgo.

¿Y qué han aportado con su investigación?

Las bacterias y proteínas están en el agua, pero ¿cómo pueden saltar a la tecnología? Hicimos ese «puente» con unos polímeros que son capaces de reemplazar el agua y los estabilizamos en una goma. Con esa goma sustituimos los filtros de itrio. Nuestro hándicap era la estabilidad, pero ya hemos pasado de las 100 horas a las 1.500 ; ahora falta saltar a las 5.000 o 10.000.

Por tanto, los «bio-LED» son viables y respetuosos con el medio ambiente, pero ¿tienen potencia para iluminar grandes superficies?

Sí, ahora mismo tenemos 50 lumos por vatio y funcionan sin problemas en aplicaciones de baja potencia (pantallas, pilotos, luces de emergencia...). Los leds empezaron en los pilotos de la parte de atrás de los coches y en los chivatos del monitor y la Ford invirtió en ellos.

¿Otro reto en el futuro?

Con arena de la playa hemos hecho un led de luz blanca como el sol; hasta ahora solo se habían hecho de colores. La sílice es un material muy abundante y muy sencillo de hacer en el laboratorio y permite encapsular materiales que emiten mucha luz. La estabilidad es de 2.000 o 3.000 horas y esto abre el camino.

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