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Jose María Vera: "El 65% de los empleos precarios los ocupan las mujeres"

El director general de Oxfam Intermón asegura que la ayuda internacional se ha reducido un 73% en 10 años

A José María Vera nadie le llama así. Para conocidos y desconocidos es Chema, una persona cercana y decidida a cambiar un mundo donde la desigualdad crece dentro y fuera de las fronteras españolas.

Chema Vera es el máximo responsable de Oxfam Intermón en España desde hace seis años, un tiempo donde no ha parado de trabajar por las personas más vulnerables del país y por aquellas que se encuentran a miles de kilómetros de distancia de sus hogares. Ayer visitó València para impartir la conferencia inaugural del nuevo curso en La Nau Gran de la Universitat de València bajo el lema «La sociedad civil frente a la desigualdad».

Tras seis años como director general de Oxfam Intermón, ¿qué balance hace de su gestión?

El balance es positivo aunque este es un campo que siempre tiene retos. Tenemos presencia en todo el mundo y las respuestas comunitarias son complejas. Dos de los retos que me planteé cuando asumí el cargo fue hacernos más relevantes para la sociedad española en un momento, en plena crisis económica, con una desigualdad creciente, sin dejar de lado la desigualdad económica en otros países que también estaba creciendo y sigue haciéndolo. Pero para nosotros fue importante dar el paso para que Oxfam Intermón también asumiera por primera vez asuntos domésticos.

Tras la crisis económica los pobres son más pobres y los ricos son más ricos. ¿Cómo se puede luchar contra una desigualdad que va en aumento?

Hay que luchar siendo consciente de la realidad, informándose bien, con hechos, datos y evidencias. Hay una tendencia peligrosa que es la de achacar la precariedad laboral a la población de migrantes o a los trabajadores lejanos, cuando hay una responsabilidad directa con las políticas que se llevan a cabo. En la parte fiscal, se siguen usando los paraísos fiscales para evadir, al menos, 120.000 millones de euros en todo el mundo. La cifra es mucho mayor pero ese mínimo es seguro. Eso daña más a la hacienda pública que cualquier otra cosa. Muchas empresas emplean esa ingeniería fiscal que a quien afecta es a los trabajadores. Bueno, con «a». Porque la precariedad laboral tiene rostro de mujer y es un tema de género. Las mujeres cobran un 22% menos que los hombres y la brecha salarial es evidente. En todo el mundo las mujeres cobran menos. En España, por ejemplo, durante los años de la crisis y los dos primeros de 'recuperación económica', los salarios más bajos pasaron del 10 al 15% y los más altos crecieron lo mismo, del 10 al 15%. Es decir, la brecha aumenta y España ya es el tercer país donde hay una mayor desigualdad, tras Letonia y Rumanía. No hemos dejado de hablar de pobreza, y combatir la desigualdad es la mejor manera de asegurar un futuro sin pobreza.

De hecho, «Construyamos un futuro sin pobreza» es uno de los lemas de Oxfam Intermón pero, ¿es eso posible?

Es perfectamente posible y hay datos positivos de la última década y media. Y sobre todo es esperanzador saber que estamos junto a muchos colectivos y pueblos, junto a muchas mujeres en todo el mundo, que luchan por salir de la pobreza con claras exigencias a los estados y a los poderes económicos. Pero hay otras amenazas. Las más severas son el cambio climático y los conflictos. El cambio climático provoca el desplazamiento forzoso de 20 millones de personas que se ven obligadas a abandonar su tierra. Y luego están los conflictos, cada vez más agudos y contra la población civil, que se han vuelto crónicos.

¿Qué le pide a la clase política? ¿Qué medidas debe adoptar con urgencia?

A nivel nacional, aplaudimos el pacto reciente para aumentar el Salario Mínimo Interprofesional hasta los 900 euros. Debería ser de 1.000 euros, pero la cifra se acerca. Sin embargo, somos muy críticos porque se han olvidado de la cooperación internacional y de la acción humanitaria. Esta partida se ha recortado un 73% en los últimos 10 años, y ya ni se habla de ella y hay que reforzar la cooperación internacional. A nivel nacional, España precisa de más inspecciones laborales para detectar los contratos falsos temporales, las subcontrataciones y el marco fiscal que ha desarrollado un empleo tan precario que aumenta las desigualdades.

Y la sociedad civil, ¿qué puede hacer para combatir la desigualdad?

Pues un primer paso es estar bien informado. No creerse todo lo que uno lee o todo lo que a uno le llega por redes sociales, porque el foco se pone en las personas migrantes, como los grandes culpables, y eso es un grave error. A nivel individual, de acciones propiamente dichas, hay toda una línea de economía alternativa que va a más y que ya no es alternativo en el sentido de minoritario. Desde energías eléctricas sostenibles hasta comercio justo o una banca que asegura unos criterios éticos. Como consumidores, como ahorradores, tenemos mucho más poder del que imaginamos para combatir las desigualdades.

Pero para salir de la pobreza el empleo es básico y ya vemos como «normal» la existencia de trabajadores pobres...

Insisto, trabajadoras pobres. El 65% de los puestos precarios están ocupados por mujeres. La brecha salarial es una evidencia. A mismo trabajo, diferentes sueldos y una menor remuneración. Pero también hay una brecha estructural porque son ellas las que ocupan los empleos que tienen que ver con los 'cuidados' y con el sector de la restauración y esos son, además, los empleos peor pagados. Los sueldos son menores, pero no porque los beneficios lo sean. A los dos años de la crisis, los beneficios ya se habían recuperado pero las rentas salariales alcanzarán este año las mismas cuantías que en los años de la precrisis. En ese tiempo ha habido una erosión de 4 puntos y es un volumen fuerte que ataca a la desigualdad y a las mujeres. Si, además, las mujeres son migrantes, la precariedad es muy alta.

En estos 6 años al frente de la entidad, ¿de qué está más orgulloso?

De la responsabilidad de asegurar que tenemos capacidad de respuesta en las grandes crisis crónicas (Irak, Siria, Yemen...), sin olvidarnos de trabajar duro por asegurar lo básico (el agua, saneamiento o la higiene) en lugares olvidados del mundo que siguen siendo para nosotros nuestro corazón más íntimo.

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