Más de medio millar de personas y un centenar muy largo de motoristas que hacían rugir sus máquinas despidieron ayer con honores a Salvador Gascón Ortega, el ejemplar presidente de la Federación de Motociclismo de la Comunitat Valenciana que supo catapultar a muchos pilotos a lo más alto del podio y que, en su faceta profesional, convirtió su restaurante de l'Estany en una catedral de la gastronomía autóctona.

El funeral se ofició en la parroquia de los Santos Juanes, a escasos metros del auditorio que había acogido una capilla ardiente que, junto a los rostros más conocidos, había reunido a cientos de paisanos que se sentían en deuda con un convecino que prestigió su oferta turística y les legó la receta de la paella que lleva el nombre de la ciudad. El expresidente Joan Lerma y el secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, dieron allí el pésame a la familia.

Tampoco faltaron ayer algunos de los pilotos que tanto promocionó, como Jorge Martinez 'Aspar', Champi Herreros, Julián Miralles, Alex Debón, Chama Roses o Nacho Calero, entre otros. También se vio al director del Circuit Ricardo Tormo de Cheste, Gonzalo Gobert, al presidente en funciones de la Federación Valenciana de Motociclismo, José Luis Berenguer, y al presidente de la federación autonómica de hostelería, Manuel Espinar.

Arroces y motos

«Con Salvador se nos va un genio que quiso siempre hacer de Cullera un referente en el mundo», concedió el alcalde de Cullera, Jordi Mayor. Berenguer agregó que Gascón «no solo ha sido clave para el motociclismo valenciano sino también uno de los pilares de motociclismo español». Espinar destacó que cuando no existía Internet «Salvador ya se dedicaba a hacer sonar el nombre de la Comunitat Valenciana, y en especial de sus arroces y las motos, por el mundo».

El piloto de Alberic y director de la Cuna de Campeones Julián Miralles admitió que Gascón era «como el padre de los pilotos valencianos, una pieza clave para entender el motociclismo actual y el auge que tuvo». Las motos rugían mientras avanzaba entre aplausos la comitiva fúnebre para certificar que su paso por el mundo había sido de todo menos silencioso.