«No me lo planteé cuando me ofrecieron entrar en un ensayo clínico. Dentro de lo mal que sabía que lo iba a pasar durante el tratamiento contra el cáncer, tenía la opción de poder ayudar y a eso me aferré. Al final entré por mí pero también por todas las mujeres que se beneficiarán, por el cambio que vas a favorecer el día de mañana».

La que defiende tan fervientemente su participación en un ensayo clínico es Ana Palomares, 32 años, madre de dos hijos y con un tumor de mama triple negativo, el subtipo en el que, hoy por hoy, más a ciegas van los oncólogos.

Ana pertenece a ese 80 % de valencianas que según el Grupo Geicam de Investigación en Cáncer de Mama estaría dispuesto a entrar en un ensayo para ayudar a desarrollar nuevos fármacos, uno de los principales objetivos para los expertos precisamente para este tipo cáncer de mama.

De tratamientos, porcentajes de supervivencia e investigación sobre dianas terapéuticas, poco sabía Ana cuando el año pasado por estas fechas se notó un bulto en el pecho bajo la ducha. «Pensé que podía ser cáncer pero no le di importancia aunque al mes siguiente fui al médico de cabecera, por si acaso», recuerda Ana.

Dos visitas en dos meses diferentes para recibir, en ambas ocasiones, el mismo diagnóstico: «Que me quedara tranquila, que era un quiste de grasa, aunque seguía creciendo». A la segunda visita, «y también por si acaso», la derivaron a Gandia para hacerle una mamografía que, sin embargo, se demoró otros dos meses por un error en la solicitud. Cuando le hicieron la biopsia habían pasado cinco meses y ese grano de arroz bajo la ducha se había convertido «en una pelota».

El resultado de la biopsia se lo dio entre lágrimas la misma doctora que la recibió en la primera visita. «Lloraba como si fuera mi madre por no haberlo visto aunque hizo todo lo que estuvo en su mano y no le reprocho nada. Lloró y lloramos juntas al darme la noticia».

El tratamiento, a partir de ahí, comenzó de forma rápida. Ana fue remitida al Hospital Clínico de València, al equipo de oncología especializado en el tumor triple negativo. «Yo no sabía nada del cáncer de mama. Nada. No había tenido ningún caso cercano y allí me enteré de todo. No podía dejar de llorar pero me quedé con una frase 'De esto se sale'».

Ahí, y tomando conciencia de que tenía que pasar sí o sí por un tratamiento de quimioterapia previo a ir al quirófano, Ana dijo sí en cuanto le propusieron entrar en uno de los ensayos clínicos que se están llevando a cabo en el propio Hospital Clínico para buscar la manera de atacar más y mejor a este subtipo del tumor, todavía demasiado desconocido para los especialistas.

«Me recordaron que por edad y por el tipo de tumor sería la candidata perfecta y no me lo planteé. Lo iba a pasar igual de mal en el tratamiento y mientras, podía ayudar a más personas y a cambiar algo la situación y ahí sigo porque ahora mi lema es 'De esto se sale'».