Cuando Carmen Alborch entró en el Congreso de los Diputados como ministra de Cultura para ocupar la bancada azul del Gobierno, el colorido de su pelo y su vestuario provocó más de un suspiro entre sus señorías. La musa de la modernidad llevó al aire mediterráneo a la política madrileña.

Nombrada ministra por Felipe González el 14 de julio de 1993, Alborch ejerció hasta el 4 de mayo de 1996. Era la última etapa de aquel gobierno socialista y la más dura.

Durante su mandato se aprobaron la Ley de Propiedad Intelectual, la Ley de Fomento de la Cinematografía, el Plan de Catedrales, el pago y la adquisición de la colección Thyssen o la publicación del Mapa Nacional de Infraestructuras y Recursos Culturales.

También el pacto rubricado por ella y Miguel Ángel Cortes -como representante de Cultura del Partido Popular- para hacer del Museo Nacional del Prado un asunto de Estado, dejándolo al margen de pugnas partidistas. Un pacto que continúa vigente. Carmen Alborch, iba a ser propuesta como Patrona del Museo del Prado el próximo lunes 29 de octubre,y formaba parte del Pleno de la Comisión Nacional para la celebración del II Centenario del Museo Nacional del Prado.

«Reivindicativa desde la sonrisa»

«Fue una mujer avanzada a su tiempo, progresista, feminista, una apasionada gestora cultural y una amiga imposible de olvidar», aseguró el ministro de Cultura, José Guirao, que fue un colaborador de Alborch durante su etapa en el gobierno.

«Como persona he perdido una amiga, una especie de hermana protectora. Trabajé con ella cuando ella era ministra, siempre me cuidó y esa amistad se ha mantenido hasta hoy y se mantendrá siempre», añadió.

El último cargo que aceptó Carmen Alborch, el pasado mes de mayo, fue ser miembro del Patronato de Les Arts. Su presidenta, Susana Lloret lamento su perdida. «Cómo me apena su marcha, pero cómo me alegra que este 9 d'Octubre, su último, fuera homenajeada en su tierra, siempre reivindicativa pero desde la sonrisa. Nos dejó un recuerdo maravilloso, risueño y muy valiente, como era ella», dijo.

La escritora que derribó muros

Carmen Alborch fue una gran escritora. En 1999, publicó su primer libro, «Solas», una obra por la dignidad de las mujeres que viven en esa situación de soledad. En 2002, escribió «Malas», una obra en la que analizaba las complejas relaciones entre las mujeres.

«Libres: Ciudadanas del mundo» fue el libro que publicó en 2004, un trabajo en el que exaltaba las cualidades de mujeres excepcionales. En 2009, firmó su libro «La ciudad y la vida», donde relataba sus experiencias en el ámbito de la política, su paso por la Universidad, el IVAM de Valencia o la cartera de Cultura. Y donde hablaba también de la muerte de algunos de sus amigos a manos de ETA, Manuel Broseta, Ernest Lluch y Francisco Tomás y Valiente.

Fue en 2014, a sus 67 años, cuando publicó «Los placeres de la edad», un ensayo de gran éxito con el que contribuyó a desterrar «la visión tan negativa que sobre la vejez tiene la sociedad», como explicó ella misma en una entrevista.