«El nombre de Carmen Alborch, en la Universitat de València (UV) y más allá de ella, está vinculado a una capacidad fuera de lo común para abrir caminos e incluso crearlos donde no los había». Así elogiaba hace justo un año el catedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía política y director del Institut de Drets Humans de la UV, Javier de Lucas, a su compañera Carmen Alborch en la laudatio del acto de la entrega de la Medalla de la Universitat a una mujer que durante las más de tres décadas que estuvo vinculada a tiempo completo a la docencia en la Facultad de Dret rompió todos los techos de cristal que impiden avanzar a las mujeres.

La que fue discípula aventajada del profesor Manuel Broseta entró en la historia de la Universitat en 1985 al convertirse en la primera decana de Derecho. «Si resultaba extraño en aquella época que las chicas estudiaran Derecho (se licenció en 1970 y se doctoró cum laude en 1973), éramos muy pocas, ver a una mujer encima de una tarima (dando clase) era sorprendente», recordaba hace un año Alborch, que también fue la primera profesora adjunta de Derecho Mercantil (1977) y primera jefa de dicho departamento (1984).

De Lucas formó parte de la candidatura al decanato de Carmen Alborch. Un equipo en el que también estaban, entre otros, Jesús Olabarria, Vicente Baeza, Carmelo Lozano, Ernesto Vidal y Rosa Moliner. Todos ellos, incluida Alborch, formaban un entusiasta grupo de jóvenes profesores de menos de 40 años, la mayoría de ellos adjuntos de Universidad -el primer escalón de funcionario en la carrera docente-, o profesores no numerarios (PNN), «el proletariado del profesorado universitario en el aquel momento», dice De Lucas, que soñaban con cambiar la Universitat.

«Contagiaba entusiasmo»

«Aquello fue la típica locura de Carmen, cuya arrebatadora capacidad de entusiasmo, empuje y atrevimiento nos contagió a todos», rememora De Lucas. «Para sorpresa general ganamos -continúa-, pues en aquel 1985 éramos vistos como unos jóvenes insensatos que no teníamos ninguna posibilidad en una de las facultades más ultraconservadoras de la Universitat». «El antagonista de Carmen -prosigue- era Juan Moreno Aroca, un prestigioso jurista conservador que era catedrático de Derecho Procesal, y ella no era más que adjunta».

Para De Lucas aquellos tres años de Alborch como decana, en 1987 dejó la UV al ser nombrada por el Consell de Joan Lerma directora general de Cultura, «fueron inolvidables». «Teníamos muchas ganas de cambiar la Universidad, donde todo el poder lo concentraban los catedráticos, por otra más trasparente y participativa», subraya.

Como docente, De Lucas, destaca de Alborch «la maravillosa relación con los estudiantes». «Quienes han sido alumnos suyos son testigos de su afán de usar la docencia como instrumento para despertar interés intelectual y vital por lo que constituye su campo de trabajo, el Derecho Mercantil y abrir, sí, caminos. Por ejemplo, desarrollar un método docente que aprendió de su maestro y que era innovador en la época: unas clases dialogadas que se alejaban de la trillada y tantas veces degradada lección magistral, ya se tratase de la letra de cambio o del voto de los accionistas», subrayó De Lucas en su Laudatio.

Su leyenda de luchadora indomable se fraguó en aquella Universitat de los 60 y 70 del pasado siglo. «A pesar de las presiones no dejamos de ser rebeldes, transgresoras», desgranó Alborch en su discurso de recepción de la Medalla de la UV al revivir sus inicios en la lucha feminista en aquella universidad de la generación del 68: «Luchamos contra la dictadura, por la democracia, para cambiar la Universidad, y el mundo», concluyó.

Introdujo las clases en valenciano

Un combate por la igualdad entre mujeres y hombres, que arranca en su época de estudiante de Derecho cuando, según sus palabras, «empece a tomar conciencia de las discriminaciones que sufríamos las mujeres y adquirí un compromiso vital, político e intelectual». Compromiso que también fue con la lengua, pues durante su decanato introdujo las primeras clases de valenciano de la Facultat de Dret.

El Botànic no se puso de acuerdo para hacerla presidenta del Consell Social de la UV

Un broche de oro a la brillante trayectoria de Carmen Alborch en la Universitat hubiera sido su nombramiento como presidenta del Consell Social. Esto se barajó a principios de 2017, pero no se materializó ante la falta de consenso entre PSPV y Compromís.

El presidente del Consell Social de la UV, el abogado Manuel Broseta Dupré, lleva un año en funciones y desde que llegó al Consell el Botànic en 2015 ya manifestó al anterior rector, Esteban Morcillo, su voluntad de dejar el cargo. Desde el Consell sondearon al entonces rector sobre la posibilidad de que Alborch tomara el relevo.

Morcillo lo vio acertado, al igual que su sucesora, Mavi Mestre. Varias fuentes contrastadas aseguran que la exministra socialista fue desestimada por el rechazo de los nacionalistas, que veían a Alborch demasiado identificada con el PSPV. No obstante, desde la Conselleria de Educación de Vicent Marzà, siempre han negado dicho veto a Alborch.