La crítica les asfixia y se centra en los padres: malcriadores, consentidores, permisivos con sus hijos... con la solución preparada por si alguien pregunta: les falta mano dura. Pero no es mano dura lo que precisan esos niños inquietos, que no escuchan, que no paran quietos en clase, que interrumpen las conversaciones, que corren, que gritan, que son despistados, que pegan, que se meten en problemas, que se van de clase, que no acatan órdenes, que son impacientes, que viven sin medir el riesgo... Tienen un diagnóstico médico: TDHA (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) y un mundo entero corrigiendo su conducta, lo que mina su autoestima. Luego están las personas con TDA, pero sin H. Tienen dificultades para mantener la atención en tareas o en el desarrollo de actividades lúdicas. Cometen errores por descuido. Parece que no escuchan cuando se les habla directamente. Se distraen, se despistan... y aún son, si cabe, más invisibles, más difíciles de detectar. Es más difícil pues empatizar con las familias.

Pero mientras cuestionar una diabetes o un colesterol es impensable, hacer lo mismo con el TDHA está a la orden del día. Levante-EMV desmonta los mitos de este trastorno el día del TDHA en España con la ayuda de la Apnadah (la Asociación de Padres para Niños y Adolescentes con Déficit de Atención e Hiperactividad) de València, la más numerosa del país y la primera declarada de utilidad pública.

En el universo del TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) las preguntas se suceden. ¿Qué es? ¿tiene cura? ¿no será un "invento" para vender fármacos? ¿cómo puede ser que ahora existan tantos casos ahora y hace unas décadas prácticamente ninguno?

Sin embargo, empezaremos por la pregunta del millón: ¿Es el TDHA una moda?

El presidente de Apnadah, Juan Carlos Hernández, coge aire y responde con firmeza: "No, el TDHA no es niguna moda. Ha existido siempre, existe y existirá. Pero, claro.. quienes lo achacan de moda se escudan en que ahora hay muchos casos y antes, ninguno. Algo lógico si pensamos que hasta 1940 la mitad de la población infanto-juvenil era analfabeta así que difícilmente podríamos detectar problemas de lectura, escritura, discalculia, comportamiento o actitud. Hoy la escolarización es obligatoria y por más que se intente maquillar. El sistema educativo se basa en la clase magistral: siéntate y atiende. Un niño que no se mueve preocupa a los padres. El problema de nuestros hijos no es que se muevan mucho (que también) es que se mueven de forma indebida. Y además este síndrome nunca viene solo ya que suele ir acompañados de una mochila, es decir, de otras patologías. En la Comunitat valenciana el 86 % de los afectados de TDAH tiene otro trastorno, el 76 % tiene dos trastornos y el 60 %, tres. Desde el TND (trastorno negativista Posicionista Desafiante) que implica el no constante, la pelea, el conflicto... hasta trastornos del lenguaje, del habla, de la sociabilidad, de Tics y Tocs, de ansiedad, sueño, depresión".

Datos de la Asociación de Padres para Niños y Adolescentes con TDAH

Los niños con TDAH no son vagos, ni maleducados, ni conflictivos, ni caprichosos. A los niños (y adultos) diagnosticados de TDAH, el lóbulo frontal del cerebro, el que actúa de "director de orquesta" no les da las órdenes adecuadas.

"Por ejemplo, el lóbulo frontal le dice a la zona de comportamiento guarda tu turno; a la zona de impulsividad, espera; a la zona de atención, escucha. Pero las personas con TDAH tiene carencia de dos neurotransmisores", explica Hernández de forma sencilla.

A Mónica Bernal, la madre de Pablo, un niño de 10 años con TDAH diagnosticado desde los 5, la neuróloga que trata a su hijo se lo explicó de una manera similar: "La cabeza está llena de cables y en su cabeza están todos liados en una maraña. Hay que 'estirarlos' para que interconecten y funcionen como los de cualquier persona neurotípica". Y eso se consigue con medicación, siempre y cuando sea necesario porque cada persona es un mundo, y su entorno, y su contexto, y sus características.

La medicación, sin embargo, constituye un foco más de conflicto, de crítica, de preguntas. ¿No estarás drogando a tu hijo? Es la más común, aseguran los afectados. Nadie se la haría, sin embargo, al padre de un diabético. Y es que aunque existen 5 fármacos, el priemro, el básico, es un derivado de la anfetamina, y la ignorancia es muy atrevida.

"Hay que entender que si le das una anfetamina a un crío neurotípico se pondrá como una moto. Pero a nuestros hijos les ocurre todo lo contrario se toman la medicación y como las órdenes son las correctas se equilibran. No drogamos a nuestros hijos. Los tratamos, que es muy dierente. La irresponsabilidad sería ignorar al médico", explica el presidente de Apnadah.

Para las familias recibir el dianóstico es un jarro de agua fría. Son muchas las parejas que se enfrentan ante el dilema de la medicación o de la aceptación de un trastorno cuestionado por la sociedad.

Sin embargo, a las familias les "duele" el desamparo al que se ven sometidos fuera de sus casas. Y es que falta formación para los agentes implicados (personal sanitario, psicólogos, profesores) y concienciación de la sociedad.

"El TDAH es el trastorno que más prevalece en la infanto-adolescencia. Más que la ansiedad, la depresión, el autismo, la anorexia. Por eso sorprende que sea el gran desconocido. No hay un médico que no sepa lo que es la hipertensión. Pero no ocurre lo mismo con el TDAH. Por eso exigimos formación y recursos, que tampoco hay", explica Hernández tras recalcar que en la Comunitat Valenciana 31 psiquiatras infantiles atienden a 45.000 niños; que solo hay 45 neuropedriatras; que no se han aumentado las plantillas en los colegios para que cualquier menor con un trastorno o patología comparta clase con sus iguales y además de "integrado" "esté atendido"; y que el desconocimiento del TDAH entre los docentes, sobre todo a partir de Primaria y Secundaria, es una realidad.

Y es que, aunque existen pautas para garantizar "el triunfo" con estos niños en clase, no todos los docentes "se creen" el diagnóstico y actúan en consecuencia.

"Mi hijo ha tenido que cambiar de instituto porque la situación era insostenible. El crío etiquetado de conflictivo con un fracaso escolar evidente y yo, de madre permisiva. Y eso que mi hijo tiene diagnóstico desde los 6 años y ya peleé y mucho en el colegio. Insistí en que no le dieran todas las hojas del examen a la vez porque se agobia, por ejemplo, y ni caso. Entiendo que le castigaran cuando era la oportuno ¡pero no que le dejaran sin patio! Mejor hubiera sido ponerlo a correr", explica Verónica García, madre de un adolescente de 14 años que al final decidió cambiar al niño de colegio a "otro que entienda mejor cómo trabajar con menores con TDAH". Porque el fracaso escolar de los menores con TDAH sin diagnóstico es una evidencia. Y con diagnóstico una batalla constante contra el sistema.