Según las leyendas, los gatos negros siempre han sido el animal protector de las brujas. Estas los llevaban consigo a modo de talismán por ser «altamente sensitivos», capaces de advertir espíritus antes que ellas. Ahora son sacrificados en los ritos satánicos de Halloween para «protegerse contra la brujería». Es un modo de representar la «muerte de la bruja», ya que estos animales siempre las acompañaban.