El falso techo de las dependencias que alberga la unidad de caballería de la Policía Nacional en el complejo policial de Zapadores, en València, se ha desplomado a primera hora de esta tarde sobre uno de los escritorios, sin que, por fortuna, hubiese funcionarios en ese momento trabajando en esa mesa, por lo que no ha habido que lamentar daños personales.

De momento, se desconoce la causa del siniestro, otro más dentro de esas vetustas y degradadas instalaciones policiales, que la Secretaria de Estado de Seguridad, la valenciana Ana Botella, ha prometido convertir en prioridad a la hora de modernizar y sanear las infraestructuras policiales en València. Una de las hipótesis es que el fuerte viento racheado que soplaba en ese momento se colase en el falso techo y provocase la rotura de los tirantes de esparto y escayola que unían las placas al techo, lo que habría provocado el desplome en cadena de varios metros cuadrados.

Los cascotes y parte del cableado eléctrico cayeron sobre la mesa de trabajo del responsable de la unidad, un inspector que en ese momento estaba fuera de las oficinas, pero en una mesa próxima estaba trabajando una agente de Caballería que, más allá del susto por el estruendo del desplome, no sufrió heridas, por fortuna.

Tanto las oficinas de Caballería como las del departamento de Informática, contiguas a las anteriores, se quedaron sin suministro eléctrico y sin conexión a internet. Esas dependencias, así como la sede del sindicato Unión Federal de Policía (UFP) y las de la unidad de Subsuelo permanecen cerradas desde esta mañana, a la que espera de que el arquitecto revise las instalaciones y determine si los policías pueden volver a ellas o deben esperar a que se cambie todo el techado.

El complejo policial de Zapadores es un conjunto arquitectónico, antiguo cuartel militar construido en 1921, declarado Bien de Relevancia Local (BRL) por el Ayuntamiento de València. Esa protección ha impedido siempre la opción más barata: derribarlo y construir edificios modernos. La restauración, la gran asignatura pendiente desde hace tres décadas, se acercó a la realidad con la aprobación del proyecto de reforma integral de 2011, presupuestado con casi 50 millones de euros y planificado en cinco fases.

Las obras de la primera fase se iniciaron en noviembre de 2011 y consistían en la restauración del muro perimetral. La segunda fase era para la joya de la corona, el edificio en H que se levanta en el centro del recinto. Ni siquiera esa llegó a concluirse. Una vez más, la falta de dinero dejó Zapadores a medias, cubierto de mallas verdes de contención, por dentro y por fuera, para evitar que la caída de cascotes acabara causando daños personales.

De hecho, apenas se utiliza una quinta parte de los edificios porque el resto está impracticable y el dinero se acabó antes, incluso, de poder cambiar la antigua techumbre de escayola de las oficinas que sí se están utilizando, como es el caso de la planta baja del edificio principal en el que se produjo ayer el derrumbe, ya que la parte desprendida nunca había sido sustituida.