Ximo Puig desempolvó ayer la pluma roja de las grandes ocasiones, la de la firma del Pacte del Botànic y la misma que empleó en las primarias socialistas. Es un indicio del carácter de día grande que el jefe del Consell quiso dar al acuerdo con Compromís y Podemos para los presupuestos de la Generalitat de 2019. El lugar elegido, el patio gótico del Palau, es otro gesto para subrayar con tinta negra la solemnidad del acto.

Hace un año, los morados de cuentas, que llegó a las Corts por primera vez sin su apoyo. Antonio Estañ había llegado meses atrás al puesto de mando de Podemos y quería dejar clara una línea más reivindicativa y crítica.

Hoy, a siete meses de las elecciones autonómicas (la posibilidad del adelanto electoral queda aún más lejana después de este consenso), los tres socios del Botànic llevarán un documento presupuestario conjunto.

Es una forma de exhibir estabilidad hasta el final, algo que estaba en cuestión cuando se formó el gobierno de coalición en 2015, y de evidenciar voluntad de persistencia tras las elecciones. No quiere decir que no existan fricciones en la gestión, pero en las grandes decisiones los tres partidos (PSPV, Compromís y Podemos) han demostrado ser capaces de conciliar posiciones.

El acuerdo tiene una lectura más. Es la plasmación de que el bloque progresista sabe que necesita la unión para cerrar la puerta del Palau a los partidos de la derecha.

En la Conselleria de Hacienda, en manos del socialista Vicent Soler, y en Presidencia ha estado el timón de la negociación con los socios. Una de las claves para la cohesión interna ha sido confeccionar unas cuentas expansivas.

El detalle se conocerá esta mañana, pero según ha podido saber este diario los presupuestos autonómicos de 2019 crecerán entre el 8 y el 10 % con respecto a los de este año, que ya eran de incremento notable del gasto (un 12,5 por ciento). Puig, Mónica Oltra y Estañ hablaron ayer de los números «más ambiciosos» de los últimos años.

El foco se pone en esta ocasión en la economía, la vivienda y los sectores productivos, que serán los que más progresen. El objetivo es ayudar a frenar la desaceleración e impulsar la creación de empleo. Otra clave es el avance de nuevo en el área de dependencia e igualdad, la que cuelga directamente de Oltra y que fue la que más creció en las cuentas de este año.

El enigma que hoy se desvelará es de dónde prevé el Consell obtener los ingresos suficientes para sostener un aumento del gasto considerable.

El comodín del déficit suave

El comodín está en el posible acuerdo estatal para una senda de déficit más suave. Las cuentas que Soler y Oltra presentarán hoy están elaboradas con el techo de déficit restrictivo que dejó el Gobierno de Mariano Rajoy.

Sin embargo, el desbloqueo de Ciudadanos a la tramitación de una nueva senda, como la pactada por el Ejecutivo de Pedro Sánchez con Bruselas, supondría más de 300 millones de euros adicionales para el Consell.

Para entender la actitud de Podemos, diferente a la de hace un año, hay que tener en cuenta el contexto. El clima de entendimiento en Madrid entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias impregna también la política local. Una posición de desmarque hubiera sido difícil de interpretar y hubiera creado un problema en las cúpulas estatales.

Al margen de estrategias, los morados enfatizaban ayer la voluntad de expandir la inversión en las áreas que consideran prioritarias: las que tienen que ver con la vivienda y el cambio de modelo productivo. La eliminación de copagos, la lucha contra el intrusismo en el sector turístico y las inversiones en educación eran oros frentes que destacaban.