El rey Felipe VI, acompañado por el ministro de Ciencia y Universidades, Pedro Duque, presidió ayer en la Llotja de València la entrega de la treinta edición de los Premios Jaume Ia la ciencia y el emprendimiento. Entre el público que llenaba la obra cumbre del gótico valenciano había varias decenas de los 146 premiados en las 29 ediciones anteriores de estos galardones fundados por el bioquímico valenciano Santiago Grisolía en 1989.

Los Jaume I han coronado a la I+D+i valenciana en esta edición tan señalada, pues la mitad de los seis galardonados son valencianos. Así, el galardón de Investigación Médica es para la catedrática de Medicina Preventiva de la UV, Dolores Corella, por su contribución «al nacimiento de la genómica nutricional o el estudio de las interacciones gen-dieta».

El de Nuevas Tecnologías es el catedrático de Química de la UPV y director del Instituto Interuniversitario de Reconocimiento Molecular (IDM) de la Politècnica y la UV, Ramón Martínez Máñez, por «sus contribuciones excepcionales a los nanosensores con aplicaciones en tecnología de alimentos y medicina».

El tercer Jaume I local es el empresario Enrique Silla, fundador de la mercantil Jenealogia y premio al emprendedor por crear tecnología textil láser de vanguardia para envejecer prendas vaqueras de forma sostenible.

Los otros tres Jaume I son María Vallet (Investigación Básica), directora del Grupo de Investigación de Biomateriales Inteligentes de la Complutense de Madrid y pionera en biomateriales cerámicos para regenerar tejido óseo; Xavier Freixas (Economía), catedrático de Economía Financiera en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, por sus investigaciones en sistemas bancarios e Íñigo Losada (Medio Ambiente), director de Investigación de la Universidad de Cantabria, por su aportación a la lucha contra el cambio climático.

Felipe VI, durante su discurso, llamó a «fortalecer el binomio ciencia-empresa, fundamental para que la sociedad avance». El rey subraya que los seis premiados de este año son un ejemplo de cómo desarrollar una trayectoria profesional con «origen en España y destino todo el mundo».

Además, insiste en que sus figuras deben ser también «referentes para nuestra juventud sobre la forma de conseguir realizar un proyecto personal con éxito». «Hoy más que nunca son precisas en España más vocaciones científicas y empresariales», concluyó.

«Las bases de nuestro futuro»

El monarca ligó en su parlamento el desarrollo científico al progreso de la sociedad. Por ello reclamó el apoyo del «sector privado productivo» a la I+D+i. «El fomento de la ciencia, de la investigación y la tecnología, de la innovación y el emprendimiento son, sin duda, las bases de nuestro futuro», manifestó.

En la misma línea, el presidente de la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados (FVEA) y matriz de los Jaume I, el naviero Vicente Boluda, reclamó «un gran pacto por la ciencia, la investigación y el emprendimiento que haga que responsables públicos, universidades, ecosistemas de innovación y emprendimiento, empresarios y agentes sociales tengan claro que la prioridad es aumentar el número de investigadores, fomentar la transferencia de conocimiento y crear más empresas que aprovechen dicha transferencia para generar empleo, riqueza y bienestar».

Boluda hizo una llamada a los empresarios «para que se comprometan con hechos en apoyar la ciencia, la investigación y el emprendimiento». «La diferenciación y la excelencia son las claves del éxito y de la perdurabilidad de las empresas», insistió.

La premiada en Investigación Básica, María Vallet, en nombre de los seis galardonados, hizo un llamamiento en apoyo de los jóvenes. «El progreso debe conseguirse con la colaboración de todos, contando con los jóvenes investigadores y emprendedores, que deben ser la llave para el desarrollo de mejores universidades, centros de investigación y empresas que permitan consolidar la sociedad del bienestar. Ellos son el futuro», expuso.

El papel de las «buenas empresas»

Los Jaume I 2018 recalcan que «la ciencia de hoy es la tecnología de mañana, y para lograrlo es imprescindible la investigación». Además, apuntan que la empresa «hace posible que el nuevo conocimiento se convierta en bienestar futuro para la sociedad». «Los dos son necesarios y complementan sus objetivos», concluyen.

Respecto al emprendimiento, inciden en que «las buenas empresas, como los buenos científicos, tienen una misión que cumplir que va más allá del resultado económico: mejorar el mundo que heredamos de nuestros padres y que debemos legar a nuestros hijos».