Desde que el juez de Instrucción número 14 de València envió a prisión a Salvador R. L., el examante de Maje que confesó haber matado a cuchilladas «por amor» al marido de la enfermera en su garaje de la calle Calamocha de València el 16 de agosto del año pasado, el acusado había permanecido en el recinto más 'amable' de la cárcel: la Enfermería.

Es el destino directo de todo preso preventivo implicado en un delito grave, máxime cuando se aplica el protocolo de prevención de suicidios. Y ese era su caso. Allí ha permanecido, bajo protección y vigilancia constante, prestando incluso servicios sanitarios -era, hasta su detención, auxiliar de Enfermería en el mismo hospital privado de València que María Jesús M. C., Maje- hasta que, este verano, fue reubicado en el peor recinto de la cárcel: el edificio de cumplimiento, donde están los presos condenados, los que más años llevan entre rejas y los más peligrosos.

Así, los reclusos que se encuentran en Enfermería soportan un régimen de vida menos difícil que los internados en los módulos de preventivos -los de los internos que están a la espera de juicio- o de cumplimiento -el que alberga a los ya condenados-. Aunque las normas que rigen en prisión son, en general, las mismas para todos, las condiciones de vida pueden mejorar o empeorar sustancialmente en función del destino y de la 'compañía'.

En todo caso, la permanencia en Enfermería, donde también están muchos de los presos de confianza, además de los más vulnerables, es siempre temporal. En cuanto la dirección del centro concluye que el recluso está listo para llevar una vida carcelaria normalizada, es reubicado en función de su situación procesal.Identificado por una fotografía

A Salva le llegó el turno este verano, en agosto. Su caso fue analizado y se concluyó que ya estaba preparado para abandonar la Enfermería y ser llevado a una celda de un módulo de presos preventivos, ya que se encuentra aún a la espera de ser juzgado por el asesinato del ingeniero de Novelda Antonio Navarro Cerdán.

Y ahí empezó su mala suerte. La sobrepoblación que sufre el centro penitenciario de Picassent obligó a sus responsables a reubicar a Salva en el recinto donde están los presos ya condenados, que además alberga a los FIES -los más peligrosos, los reclusos de especial seguimiento- y a los que más tiempo llevan dentro.

¿La razón? Hay muchos más internos en prisión preventiva que con condenas, por lo que el recinto reservado a los primeros se quedó pequeño hace años y el centro se vio obligado a reservar parte del edificio de cumplimiento para reubicar en él a internos pendientes de juicio.

Las primeras semanas, su día a día transcurrió sin altibajos. Nadie le conocía. Hasta que una televisión privada nacional retomó el llamado crimen de Patraix y emitió imágenes de todos los protagonistas, incluida la de Salva. Su paz acabó ahí.

Según ha podido saber Levante-EMV de fuentes de toda solvencia, en cuanto supieron quién era, comenzaron los insultos y los menosprecios por parte de otros internos, que se mofaban de él no solo porque permanece en prisión por matar al marido de su amante sin saber que esta simultaneaba, antes y después del crimen, varias relaciones más a sus espaldas, sino porque dentro de la prisión, Maje estaría teniendo relaciones sexuales con otros hombres. O al menos ese es el rumor diseminado por la cárcel y que la mayoría de los presos creen y reproducen a pies juntillas.

La situación de acoso y estrés emocional a los que se vio sometido a partir de septiembre parecen haber sido determinantes en su decisión de solicitar declarar ante el juez para, supuestamente, mostrarse más colaborador con la investigación del asesinato de Antonio de lo que se ha mostrado hasta ahora.

De hecho, esa solicitud de declarar solo -Maje no estará presente en ese interrogatorio- se produjo a finales de octubre, cuando ya llevaba dos meses soportando esa situación. El juez instructor ha accedido y ha fijado para este viernes la comparecencia, que se realizará a puerta cerrada.