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Bernat Riutort: "Desde la Transición se han seleccionado a los más conservadores para la jerarquía judicial"

"La ciudadanía debe combatir los partidos ultras desde abajo, con representación de entidades, sindicatos y partidos"

Habla con soltura del ascenso de la extrema derecha en Europa y en el continente americano pocos días después del contundente triunfo electoral de Jair Bolsonaro en Brasil. Advierte de que asistimos a «una situación muy peligrosa» y culpa a una Unión Europea «construida desde arriba».

A Bolsonaro no solo le han votado los ricos en Brasil.

No. Brasil tiene una diversidad étnica y cultural inmensa, con zonas ricas y otras muy pobres. Hubo un periodo de ocho años de crecimiento económico con Lula, pero de la mayoría que disfrutó el Partido de los Trabajadores se ha pasado a una situación completamente inversa. Bolsonaro es de extrema derecha, un liberal acérrimo desde el punto de vista económico. Los grandes empresarios tienen planes de introducir grandes explotaciones agrarias y deforestar áreas como el Amazonas. Y por supuesto tiene una posición clásica negacionista del cambio climático.

¿Pero cómo explicamos que también le hayan apoyado trabajadores?

Porque detrás tiene el apoyo de un sector muy poderoso, que son los pentecostalistas. Han penetrado en todos los sectores sociales, desde las favelas hasta las clases más altas. Este evangelismo ha sido una gran fuerza de apoyo transversal dentro de Brasil. También tiene detrás a buena parte del Ejército. Todo eso combinado con una crisis económica y el consecuente aumento de la delincuencia ha precipitado la victoria de esta gran extrema derecha. Es una situación muy peligrosa porque en otro gran país de la zona está Donald Trump.

¿A Trump también lo sitúa en la extrema derecha?

Tiene elementos de la extrema derecha. Sobre todo es un líder egocéntrico y muy personalista. Está en el ámbito de la gran derecha económica, con factores que lo sitúan en la extrema derecha.

Italia, Alemania, Hungría, Francia... ¿A qué obedece este florecimiento de la extrema derecha en Europa?

En los 80, cuando triunfa el neoliberalismo que patrocinan Margaret Thatcher y Ronald Reagan, ya se generan fuertes desigualdades en Europa. Y la crisis de 2008 es como una especie de explosión que precipita estos fenómenos. El 'establishment' económico, político y mediático descarga los sacrificios de la crisis en una parte de la población, socializando las pérdidas mientras los bancos aumentaban sus beneficios. Esas élites son cuestionadas, pero continúan fomentando respuestas represivas. El caso de Grecia fue paradigmático. Allí se dibujaba una alternativa a las políticas de austeridad de la Unión Europea, pero se le negó desde el primer minuto aplicándole un corralito brutal. Hubo un disciplinamiento de Grecia mientras se dejaba crecer a la extrema derecha en otros países.

Y ahora esa misma Unión Europea adopta una actitud contemplativa ante el ascenso departidos ultras. ¿Debería hacer algo para frenarlos?

No es la Unión Europea, es la ciudadanía la que desde abajo, con representación de entidades, partidos y sindicatos, tiene que articular una solución. Precisamente una de las cosas que ha llevado a esto ha sido el modelo de construcción europea 'austeritario' y dirigido desde arriba. Los interlocutores siempre han sido los lobbies, mientras la ciudadanía ha estado en un segundo plano. Ha habido una construcción desde arriba y con la clara intención de que los de abajo no participasen.

¿Una persona de extrema derecha es un fascista?

Fascismo o nazismo se refieren a los fenómenos que se produjeron en Alemania e Italia en los años veinte y treinta, con la aparición de un partido organizado, una ideología totalitaria y un líder al frente de un movimiento de masas. Obviamente estos elementos hoy no están, aunque sí hay algunos grupos de ideología fascista en Europa que han incrementado su fuerza.

¿Hemos abusado de la palabra fascista? ¿Ha perdido su significado?

Se ha abusado. En los medios de comunicación y en las redes sociales, donde se genera una descarga inmediata de emociones negativas.

En octubre Vox reunió a diez mil personas en Madrid. ¿Los medios de comunicación contribuyen a dar una publicidad excesiva a esas formaciones cubriendo sus actos?

Se tienen que tratar de manera profesional. Sin sobredimensionar lo que está pasando, pero tampoco sin despreciarlo. Hay unos elementos que estaban latentes y que ahora han encontrado un catalizador precipitante en la situación actual. Eso ha hecho que muchos elementos neofranquistas hayan pasado a un primer plano. Ya estaban, pero no estaban organizados. Ahora sí, y tienen mucho poder institucional porque están dentro de los aparatos del Estado.

La extrema derecha ocupa cada vez más espacio, pero no están saltando las alarmas. ¿Por qué?

Ha habido una crisis de los grandes partidos de derecha, empezando por un PP inmerso en problemas de corrupción que no han podido contener desde el mismo poder. Eso ha generado una crisis de legitimidad al partido, aunque haya demostrado una gran resistencia electoral. Además han surgido alternativas como Ciudadanos. Pero hubo un gran cambio fruto de la moción de censura que dio la presidencia a [Pedro] Sánchez y que ha generado una gran reacción dentro de la derecha. Aprovechando además un tema como Cataluña, que el Estado español no ha sabido resolver en los últimos trescientos años.

¿La izquierda tiene alguna responsabilidad?

Sí. A partir de mayo de 2010, cuando a instancias de Alemania la Unión Europea impone una política de austeridad fuerte al Gobierno de Zapatero, que cambió su programa para entrar en una vía de reformas 'austeritarias'. Se produce un gran desencanto que da paso a un PP que continúa con esa política 'austeritaria'. Ahí emerge el movimiento del 15M, desde abajo. Podemos trató de canalizarlo, pero después entró en contradicciones internas muy fuertes. Ha habido una serie de años en los que la izquierda no ha reaccionado, y eso tiene costes.

Siempre se ha dicho que el PP absorbía el voto de extrema derecha y por eso no había partidos de esa ideología en el Congreso. ¿Eso cambiará con Vox?

Todavía no se puede predecir. De todos modos eso no dependerá tanto de lo que haga Vox como de lo que hagan Ciudadanos y el PP.

¿El PP de Pablo Casado está más cerca del PSOE o de Vox?

Se ha tirado hacia la derecha claramente. Ese sector ya estaba en el PP, y con la salida de Rajoy ha encontrado la manera de incidir. El partido defiende unas posiciones que son, como mínimo, muy de derechas.

¿Y Ciudadanos? Se esfuerzan por presentarse como un partido de centro.

Es claramente un partido de derechas. Pero han hablado con diferentes lenguajes a determinados sectores de la población. Votantes potenciales que les han llevado a acentuar un españolismo tradicionalista y centralista. Eso ya les sitúa claramente en la tradición de la derecha española. Por otro lado han asumido posiciones de neoliberalismo económico muy fuertes.

¿En España hay una extrema derecha judicial?

Puede que extrema derecha no sea el calificativo más adecuado. Una cosa son los 5.000 jueces que hay, que forman un colectivo plural; y otra la jerarquía de la judicatura. Desde la Transición se han seleccionado a los sectores más conservadores y corporativistas, generando unas posiciones reaccionarias en temas de género, familia o en el caso de Cataluña. Hay que dar entrada a muchas más opiniones, seleccionados por categoría profesional y no amiguismo. Pero estamos muy lejos de ese escenario.

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