Amalia, que el próximo mes de enero cumplirá 82 años, acaba de salir de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital La Fe tras pasar una semana en estado grave por un atropello accidental en el camino Moncada de València. Al parecer, la conductora del vehículo que la arrolló, a ella y a otro octogenario que caminaban tranquilamente por la acera, salía del aparcamiento de un supermercado de la zona cuando al ver que barrera se bajaba trató de frenar y confundió los pedales. En vez de pisar el freno pisó con fuerza el acelerador, rompiendo la citada barrera y atropellando a los dos peatones.

«No me esperaba nada y de repente el trompazo», recuerda la anciana, quien se despertó en la ambulancia. «No sabía dónde estaba, les preguntaba qué hacía yo ahí», añade la mujer. Reconoce que estaba mal de las rodillas pero se valía perfectamente para ir de un sitio a otro. Ahora está inmovilizada, con varias vértebras rotas, rotura de cadera y peroné. El mayor problema es que dada su edad los médicos no se atreven a operarla y el dolor resulta insoportable. «Ayer me pasé todo el día llorando, no puedo de tanto dolor, he llegado a pedir que me peguen un tiro con la escopeta para dejar de sufrir», confiesa Amalia, a quien el primer día fuera de la Unidad de Cuidados Intensivos se le hizo eterno. «Ha sido el peor día de mi vida», afirma con pesar.

Aurora, una de sus hijas, en cambio da gracias porque es consciente que el resultado del accidente podía haber sido mucho peor. «La podía haber matado», confiesa. Ese día Amalia iba de camino a casa de una prima para llevarle dos participaciones de la lotería de Navidad. «La lotería le ha tocado a ella de estar viva y poder contarlo», asegura su hija.

Los dos peatones que resultaron heridos debido al atropello fueron evacuados al hospital, donde Amalia permanece ingresada.

Durante una semana ha estado en la UCI y el pasado miércoles fue pasada a planta, donde continúa inmovilizada. «Hoy es el primer día que se ha podido sentar, aunque cualquier movimiento debe de hacerlo con los médicos», apunta su hija. «Es una lesión muy grave y delicada y por su edad no pueden operarla», remarca.