“La imagen que tiene la sociedad sobre la exploración del espacio está sacada a menudo más de las películas que de la realidad científica, sin tener en cuenta que lo que ocurre en el espacio aparece muchas veces en el cine de forma distorsionada o exagerada. Pero la exploración espacial es mucho más complicada, dura y difícil de lo que muestran muchos filmes y, por tanto, hay que disfrutar de ellos pero siendo un poco escépticos sobre lo que vemos en las pantallas”. Esta ha sido la idea de fondo que el astrofísico Xavier Luri ha querido transmitir durante su conferencia “El espacio en el cine: ficción y realidad” con la que ha abierto este miércoles en la Fundación Cañada Blanch el undécimo ciclo ConecTalks de divulgación científica. El ciclo, dirigido por Vicent Martínez, catedrático de Astronomía y Astrofísica de la Universitat de València y en el que colabora el Institut de Ciències Físico-naturals de la Institució Alfons el Magnànim, forma parte del programa de actividades de la Cátedra de Divulgación de la Ciencia establecida entre la Fundación Cañada Blanch y la UV.

Xavier Luri, doctor en Física, profesor titular del departamento de Física Quántica y Astrofísica de la Universitat de Barcelona e investigador del Institut de Ciències del Cosmos (ICCUB), ha realizado un recorrido de la exploración del espacio a través de las películas, resaltando que “el espacio está absolutamente explotado económica y tecnológicamente, pero es una realidad mucho más prosaica que la que se refleja en el cine”. Así, se ha referido a cómo los satélites se mezclan en nuestra vida diaria a través de la comunicación por satélite -Internet en el mar, comunicaciones transoceánicas, etc-, la observación de la Tierra -imágenes en Google, para la explotación de recursos o para el control del suelo-, o la tecnología en el espacio -los sistemas de posicionamiento global como el GPS norteamericano, el Galileo europeo, el Glonass ruso o el Beidou chino. “El espacio -ha dicho- es una realidad, lo usamos en el día a día, pero tenemos una imagen algo ficticia del mismo”.

Tecnología espacial obsoleta

El profesor Luri ha matizado, por otra parte, la asociación entre espacio y tecnología punta, al señalar que desde que se concibe una misión espacial hasta el lanzamiento de un satélite suelen transcurrir unos diez años, a los que hay que añadir los diez o veinte que puede durar la misión. “De ahí que la tecnología de esos satélites era ya diez años obsoleta cuando se lanzaron, como ocurre con los ordenadores que llevan a bordo”, ha precisado.

Sobre la explotación de la órbita terrestre, -en la que permanecen más de 4.000 satélites, 1.700 de ellos activos- ha hecho referencia a dos conocidas películas: “2001: una odisea del espacio” (1968) y “Gravity ((2013). Sobre la primera ha señalado que se rodó en una época en la que se esperaba que en el Siglo XXI hubiera estaciones espaciales como la de la película, una especie de rueda muy grande de la que surgen aviones, “algo que aún no es una realidad, ya que las previsiones o esperanzas que había en los años 70 del pasado siglo de cómo podía ser la exploración del espacio no se han cumplido”.

De la irrealidad de “Gravity” a la rigurosidad de “2001”

De “Gravity, en la que aparece la actual Estación Espacial Internacional (EEI) con escenas de ingravidez muy realistas, Xavier Luri la ha calificado de “absolutamente irreal en cuestiones muy importantes, como que la protagonista pueda saltar de una estación espacial a otra con un extintor, como si cambiar de órbita fuera la cosa más fácil del mundo”. “Pese a que cuida cuestiones muy visuales, -ha dicho- como los efectos de la ingravidez, que están muy logrados, y que las escenas de la estación espacial son muy realistas, se ha optado por la espectacularidad, vendiéndose al dramatismo a costa del rigor científico”.

En cambio, ha destacado de “2001” que, “aunque no se han cumplido sus previsiones, se trata de una película bastante rigurosa, que está más basada en especulación científica razonable que “Gravity”, muy espectacular pero absolutamente poco rigurosa en muchos aspectos”.

De “Space cowboys” (2000), en la que cuatro astronautas veteranos suben a trabajar con un satélite tan antiguo que son ellos los únicos que recuerdan su funcionamiento, el investigador del Institut de Ciències del Cosmos ha indicado que “en ella el espacio es una excusa para explicarnos la historia de estos personajes, pero refleja una realidad y es que la tecnología de una buena parte de los satélites que están en el espacio es obsoleta”.

La llegada a la Luna y la exploración solar

Sobre la llegada a nuestro satélite, ha hecho referencia a la obra de Méliès, “El viaje a la luna” (1902), en la que se lanza a los astronautas con un cañón, “una licencia poética totalmente irreal, porque la aceleración que supondría lanzar una bala de cañón con humanos dentro supondría su muerte en la aceleración inicial”. Además, la película deja totalmente abierto el regreso de los astronautas, “una cuestión de la que un ingeniero aeroespacial tiene que preocuparse y que en el cine a veces se obvia”.

De las misiones a la Luna, Xavier Luri ha resaltado dos películas por su realismo, aunque muy distintas en su desarrollo. Si “Apolo 13” (1995) relata una misión fallida y gira en torno a los problemas técnicos y cómo se pudieron superar, “First man” (2018), -que narra la misión del Apolo 11 que convirtió a Neil Armstrong en el primer hombre que pisó la Luna-, se centra más en cuestiones sociológicos y personales que en cuestiones tecnológicas.

Respecto a la exploración solar, ha mencionado los conceptos absurdos de “Sunshine” (2007), en la que el Sol se está apagando y se intenta su reactivación con una gran bomba nuclear. Al respecto, ha explicado que “si el Sol emite solo en un segundo tanta energía como muchos millones de explosiones nucleares, plantear que se pueda montar una bomba, lanzarla al núcleo del Sol y que éste se reactive es algo físicamente risible”.

Marte, el gran protagonista cinematográfico

Al abordar los viajes interplanetarios, “mucho más complicados que lo que plantea el cine”, ha señalado a Marte como el gran protagonista cinematográfico, “porque en su momento hubo una gran polémica sobre sus “canales”, basados en un error de traducción de las observaciones del astrónomo italiano Schiaparelli, que dio lugar a que se pensara que podía haber allí vida inteligente.

Una expectativa que dio lugar a mucha fantasía popular, tal como se refleja en la novela “La guerra de los mundos” de Wells, con sus versiones cinematográficas de 1953 y 2005, “que apelan -ha expuesto- a nuestra emoción por la posible existencia de vida inteligencia en otros mundos y la amenaza que podía ello suponer”. Para el profesor Luri, “ambas pecan de falta de rigor, en particular la de 1953, ya que las naves partían de Marte y en un rato llegaban la Tierra, algo nada realista”.

Por el contrario, el astrofísico de la Universitat de Barcelona ha calificado como “bastante rigurosa” “El marciano” (2015), “que representa lo que podría ser una expedición a Marte, y refleja bastante bien las condiciones del planeta rojo y su exploración”. La idea de la película está basada en conceptos reales de posibles misiones a Marte, gracias a que quien escribió el libro en el que se basa el film era un ingeniero que había trabajado en la NASA. “Aunque hubo -ha añadido- alguna licencia, como la tempestad que causa severos problemas a la tripulación, algo imposible, ya que la atmósfera marciana es mucho menos densa que la terrestre, de manera que aunque haya vientos de 100 km/h en la superficie de Marte, su atmósfera es tan poco densa que no podría provocar la tormenta de arena de la película”.

La exploración del espacio interestelar

Más adelante se ha referido a “Deep impact” y “Armageddon”, ambas de 1998, con asteroides como protagonistas. La primera es más realista en muchos aspectos. En “Armageddon”, un equipo de perforadores de plataformas petrolíferas es enviado al espacio para destruir un cometa. “Algo absurdo, porque para ir al espacio los astronautas pasan años formándose y pensar que unos prospectores petrolíferos van a saber desenvolverse en gravedad cero, con equipos especializados y salvar la Tierra…, no. Y tampoco es realista que puedan volar el cometa en pequeños trozos”. En cambio, de “Deep impact” ha resaltado que “usa conceptos como el ‘evento de nivel de extinción’ que es real, ya que a lo largo de la historia ha habido bombardeos diversos de objetos que han impactado con la Tierra, y cada unos millones de años se produce típicamente el impacto de un objeto como el que extinguió a los dinosaurios”.

Tras analizar las características de otros planetas del sistema solar como Saturno, Urano o Neptuno y su protagonismo en algunas películas, ha señalado que “hemos explorado el sistema solar con sondas automáticas, hemos pisado la Luna, estamos hablando de pisar Marte, pero plantear ir más allá del sistema solar y explorar el espacio interestelar, el espacio profundo, es un gran salto”. “Para hacerse una idea, -ha explicado- entre la Tierra y Plutón hay 4’6 horas/luz, una distancia que a la sonda “New Horizons” le costó recorrer casi diez años. Pues bien, Alfa Centauro, la estrella más cercana, está a 4’6 años/luz de la Tierra”, una distancia 8760 veces mayor.

Al respecto, Xavier Luri ha expuesto que, con la tecnología actual, una sonda automática tardaría en llegar a Alfa Centauro decenas de miles de años, “por lo que la exploración de las estrellas es un reto que no es planteable por el momento. Estamos visitando los límites del sistema solar con sondas automáticas, pero el reto de ir más allá del sistema solar es enorme”.

La inviabilidad de superar la velocidad de la luz

En este sentido, se ha referido a la sonda “Voyager”, que ya está saliendo del sistema solar tras cuarenta años de viaje espacial, y su aparición en las sagas “Star trek”. En la película, que tiene lugar dentro de dos siglos, se plantea que la sonda ha llegado a otra civilización extraterrestre, pero el problema es que la “Voyager” no habría hecho entonces ni una décima parte del camino hasta la estrella más próxima. “Si la encuentra una civilización extraterrestre, -ha señalado el astrofísico de la UB- la encontraría en la periferia del sistema solar, con lo que la premisa de la película queda bastante debilitada, aunque los fans de “Star trek” se lo perdonan todo”.

El profesor Luri ha terminado su intervención señalando que tanto “Star trek” como muchas otras películas de ciencia ficción tienen en común algo inviable, como es la superación de la velocidad de la luz. “Viajar más rápido que la luz es equivalente a viajar en el tiempo y si queremos llegar a las estrellas, habría que diseñar naves generacionales en las que se instalara una comunidad humana que navegaría hacia las estrellas durante siglos”. Una idea, basada en un proyecto real de la NASA de propulsión nuclear llamado “Orión”, que aborda la miniserie “Ascensión”, en la que una comunidad humana vive dentro de una nave generacional y habrá de viajar por el espacio durante muchos años