Las reservas de la demarcación del Júcar han aumento exponencialmente con los últimos episodios de lluvias, algunas incluso torrenciales en varias comarcas, como la Ribera o la Safor. Fuentes de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) aseguran que varios sistemas de explotación están a día de hoy técnicamente llenos. «No cabe una gota», señalan.

A las últimas lluvias (hoy están en alerta roja el sur de la provincia de València y el norte de Alicante) se unen las precipitaciones intensas de hace unas semanas y episodios anteriores por lo que en la confederación que preside Manuel Alcalde aseguran que los recursos globales de la demarcación del Júcar se encuentran en un «buen momento».

Incluso el pasado viernes se dio una situación poco habitual. El canal Júcar-Turia, del que se abastece la ciudad de València, tuvo que abrir compuertas durante dos horas para regular las aguas ya que el caudal se había triplicado. Las aguas se desviaron al barranco de Benimodo a la altura de Carlet. Mientras, en la demarcación del Júcar se superan en estos momentos los mil hectómetros cúbicos de reservas, una cifra que supera en prácticamente doscientos hectómetros la media de los dos últimos años. Entre los sistemas de explotación que están técnicamente llenos se sitúan los del Mijares y el Palancia. En el embalse de Benagéber, en el Turia, se van a alcanzar pronto los cien hectómetros cúbicos cuando en la misma semana del año pasado apenas se llegaba a los 60, es decir prácticamente el doble. Los pluviómetros de la zona, como el de Buño, han llegado a acumular 70 litros por metro cuadrado en apenas 24 horas este último viernes. El Arquillo de San Blas, en la cuenca del Turia, también está lleno.

Hay embalses en el Júcar que también están técnicamente repletos para la época del año, como el de Tous ya que hay que tener en cuenta los resguardos estacionales, es decir que la presa de la Ribera apenas puede superar ya sus actuales 76 hectómetros cúbicos porque su principal función es la de laminar avenidas del Júcar, por lo que aunque podría embalsar más agua, el protocolo lo impide hasta que pase la época de alto riesgo de inundaciones.

Así, teniendo en cuenta los resguardos estacionales en el embalse de Alarcón, el más grande de la cuenca, se alcanzan cerca de 400 hectómetros y sigue entrando agua, según la confederación.

En otras presas del Júcar como Bellíus también siguen entrando nuevos recursos cuando hace dos años por estas fechas estaba vacía. Otra de las presas que están llenas es la de María Cristina en Castelló. La de Forata, en el Magro, supera la media de la última década, y en el de Beniarres, en el Serpis, las reservas también han aumentado considerablemente.

«Tenemos que ahorrar»

Con todo, el mensaje que se lanza desde la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) es el de la necesidad de ahorrar agua. «En esta cuestión nunca se pueden tener alegrías porque la Comunitat Valenciana se encuentra en una zona de sequías recurrentes», señalan y varios subsistemas de la cuenca han tenido que pasar en los últimos años a situaciones de alerta por falta de recursos. Además los expertos en cambio climático hablan de que cada vez habrá menos recursos y hace unas semanas se conoció un estudio de la Universitat de València que señalaba que el régimen de lluvias en la cabecera del Júcar había caído un 20% desde mediados del siglo XX. El estudio conluía que se han detectado «importantes tendencias negativas» en las cabeceras interiores del río más caudaloso de la Comunitat Valenciana y en uno de sus principales afluentes, el Cabriel. El caso del Júcar se considera especialmente grave, alertan los expertos en Geografía y Física, ya que en cabecera registra una pérdida del 20 % de la precipitación anual y de al menos el 10 % o 15 % en todo el interior y centro de la cuenca.

La tendencia apunta al aumento de la duración de las rachas secas -número de días consecutivos sin llover- y a un aumento en favor de las extremas, un diagnóstico sobre el que también coinciden los técnicos de la confederación.

En cambio en las zonas más cercanas a la desembocadura del Júcar, donde las aguas ya no se pueden embalsar, se observa un aumento de las precipitaciones.