No se llama Javier, pero nos referiremos a él con ese nombre. Tiene 14 años, un trastorno del aspectro autista en grado 2-3 y forma parte del sistema de tutela de la Generalitat Valenciana desde finales de octubre, aunque un juzgado autorizó su «internamiento en un centro adecuado» un mes antes. La Conselleria de Igualdad, sin embargo, asumió la tutela cuando la abogada de la familia, Sandra Casas -letrada de Acción por la Justicia Social- les comunicó que ese día nadie recogería al menor en el colegio. No es que la familia no quiera a Javier. Todo lo contrario. Pero en ese mes de espera se había producido una agresión de Javier a su madre. Una más. Sin embargo, desde los servicios sociales le comunicaban a la familia «que no había centros específicos para Javier» y el proceso se demoró. Tras «forzar» la actuación de la Conselleria de Igualdad no hubo ni despedida entre el menor y sus padres. La familia está destrozada.

El caso de Javier es doloroso. Y lo es porque no ha habido alternativa para la familia. La única solución para que el menor reciba «una atención adecuada» ha sido declarar en desamparo a Javier. De otra forma no se le puede internar en centro alguno.

El Síndic de Greuges explica en un informe sobre la atención a la salud infanto-juvenil en la Comunitat Valenciana cómo funciona el procedimiento. «Cuando las dificultades socio familiares en las que se encuentran los niños y niñas alcanzan tales niveles de intensidad y sistemática que pueden incidir de forma negativa en su desarrollo físico, psicológico y emocional, la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas interviene adoptando medidas de protección jurídica (guarda o tutela) que suponen la separación del menor de su propia familia».

Ahora bien, si se trata de menores con enfermedad mental, el Síndic recalca: «Cuando los menores acogidos en familias o en centros presentan problemas de salud mental son atendidos desde los dispositivos de la red de salud mental infanto juvenil ordinaria. No existen por tanto, medidas de discriminación positiva dirigidas a compensar las especiales dificultades a las que se enfrentan los menores». Por ello, en su informe, el Síndic de Greuges recomienda «implantar recursos residenciales de media estancia para menores de edad que requieran un tratamiento específico de salud mental». En otro informe sobre centros de protección para menores con problemas de conducta recomienda «recursos específicos para menores con problemas de conducta, problemas de salud mental y de diversidad funcional».

Cajón de sastre

Ante la falta de plazas residenciales, los servicios sociales le dijeron a la familia de Javier «que lo trasladaban al centro de recepción de menores de Buñol». Tras la negativa de la familia, trasladaron al menor a un centro de protección para menores con problemas de conducta. No es el «centro adecuado» que ordenaba el juez, pero no hay otro. Es lo que hay. Una especie de cajón de sastre.

La abogada de Acción por la Justicia Social, Sandra Casas, no es partidaria ni de centros, ni colegios segregados para las personas con necesidades especiales. Asegura que la opción que precisa Javier es la de «una vivienda tutelada sin que la familia se vea obligada a renunciar a la tutela. El sistema precisa de viviendas donde se incluyan planes de recuperación, que no sean centros cerrados y se permita a la familia ir a merendar con sus hijos, por ejemplo. Estas familias tienen derechos y los tienen reconocidos en la ley de Dependencia, aunque el Consell los ignore».

Además, Casas denuncia un sistema que «falla» desde el principio por lo que la inclusión se queda, tan solo, en una palabra que reúne buenas intenciones «pero ni es real ni lo será mientras el sistema se perpetúe de esta forma». «Si a un niño con necesidades especiales se le ofrecen las terapias que precisa desde su nacimiento su inclusión será real y estos niños no necesitarán un centro específico. La segregación no es la idea. Pero el sistema falla en la base», explica la abogada. Y añade: «Lo que no se puede consentir es que en los centros haya de todo, mezclado, porque no hay recursos específicos».