Un plástico a partir de residuos vegetales que se puede reciclar, compostar y biodegradar en el entorno marino. En este nuevo material trabaja desde hace medio año TheCircularLab, el centro de innovación en economía circular de Ecoembes. Responde al nombre de «PHBV (PoliHidroxilButilValerato)» y procede de materia cien por ciento orgánica en descomposición, como las mondas de patatas o cualquier otro desperdicio vegetal.

Es por tanto biobasado y no generado por fuentes de petróleo. «Se trata de toda una revolución», según Oscar Martínez, consejero delegado de Ecoembes. «Debemos dejar atrás la filosofía de producir, usar y tirar para entrar en la economía circular y ser capaces de responder a desafíos ambientales como el cambio climático, la contaminación o el uso eficiente de la energía», explica. «No tenemos un planeta B», incide Martínez.

El proceso para la obtención de este plástico, que está en fase de prototipo, parte de la trituración del residuo vegetal para extraer después la glucosa. Este componente es el que sirve de alimento para un microorganismo que se encarga de producir el biopolimero, con el que se fabrica.

Tal como explica el químico Jorge García «podría usarse para el envasado de productos de alimentación y/o bebidas». La diferencia, respecto a los plásticos procedentes de fuentes no vegetales, es que este nuevo material se podría compostar después e incluso biodegradarse en el entorno marino. Para ello aún deberán pasar unos cinco años, se estima, pues se han de pasar toda una serie de pruebas de homologación para su uso alimentario. En definitiva, «se trata de recuperar materias primas para reintroducirlas en el sistema», añade José Luis Moreno, gerente de innovación de Ecoembes.

Desarrollado junto con el Instituto Tecnológico Agroalimentario Ainia de València, este nuevo plástico podría ser una alternativa para tratar todos aquellos residuos que se generan en los mercados municipales. Además de contribuir al reciclado, se incide «en aminorar el desperdicio alimentario».

En la jornada de puertas abiertas de «TheCircularLab», el Sillicon Valley europeo como lo definen en Ecoembes, se toma conciencia de qué ocurre con todos aquellos envases y residuos que se generan en el hogar, en ese camino «hacia una segunda vida que es la reintroducción en el sistema».

De ahí la importancia de la concienciación social, aspecto en el que también trabaja Ecoembes tal como señala Moreno. La selección en origen, evitando la contaminación, es vital en la cadena del reciclado posterior.

Además de investigar en los envases del futuro, en la planta de Logroño se invierte en capítulos como la ciencia ciudadana, o en cómo reciclar mejor gracias a la tecnología. También en el concepto Smartwaste, que es la gestión inteligente de residuos, algo hacia lo que se dirigen ciudades como València en los próximos años.

Zacarías Torbado, coordinador de «TheCircularLab», apunta a la innovación y la eficiencia en la gestión de los residuos como el gran reto del futuro para cumplir con las exigencias de la Unión Europea en la lucha contra el cambio climático. «Este nuevo plástico es el germen de futuros desarrollos basados en el diseño circular, y uno de los ejemplos de cómo serán los enases del futuro», razona Torbado.

Reciclar desde el móvil

En TheCircularLab, único centro especializado en el ámbito del reciclado, se ahonda en el ecodiseño de los productos que cada día llegan a las manos del ciudadano. Con la sostenibilidad como bandera, el emprendimiento a través de programas de aceleración de startups es otro de los puntales en los que profundiza Ecoembes. Otra de las novedades puestas en marcha es la del programa A.I.R.e, un asistente virtual de reciclaje disponible para ayudar a los ciudadanos a reciclar desde su móvil.