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Reclamado, pero prohibido

Un dogo argentino para la caza del jabalí

Los cazadores reclaman poder usar a un perro de los calificados como potencialmente peligrosos como complemento al «xarnego valencià»

Un dogo argentino para la caza del jabalí

Los cazadores valencianos reclaman poder usar el dogo argentino en la caza del jabalí, como complemento al «xarnego valencià», el podenco autóctono utilizado en los montes de la Comunitat Valenciana. Objetivo que creían haber conseguido hace unas semanas, al contemplarlo la Conselleria de Medi Ambient en una modificación a la Ley de Caza 2004. Finalmente, la administración autonómica acabó dando marcha atrás por las objeciones del Consell Jurídic Consultiu, para descontento de los cazadores, y satisfacción de colectivos contrarios como agentes medioambientales, animalistas o ecologistas. El Consell había intentado abrir la puerta a la utilización de estos canes en la Ley de Acompañamiento para los presupuestos de 2019, permitiendo dar entrada a uno en grupos de diez. Se topó con el Jurídic, que le reprochaba no haber promovido la participación de entidades que representan a la protección del medio ambiente, lo que incluye a la flora y fauna silvestre

La Federación de Caza de la Comunitat Valenciana explica que se trata de una vieja reivindicación planteada hace mucho tiempo a la Conselleria de Medi Ambient, y que el tema se abordó en el Consell Valencià de Caça el pasado mes de febrero, así como en sesiones de la comisión normativa. El recién nombrado presidente, Raúl Esteban, que sustituye a Vicente Seguí, entiende el temor que suscita la sola referencia a «perro peligroso». «Nosotros no queremos razas peligrosas en la montaña, lo que pretendemos es que nos permitan emplear al dogo argentino, porque es capaz de sostener y retener piezas de envergadura, está creado para esto por su corpulencia y su fuerza, pero no es agresivo en sí», razona. «Los casos de accidentes son cero con este perro», asegura Esteban.

Los cazadores no están solos en esta batalla, pues cuentan con el apoyo de los agricultores, que buscan una solución a la sobrepoblación del jabalí. Algo que, recuerda Esteban, no solo afecta a las comarcas del norte de la Comunitat, en Castelló, sino que también está provocando accidentes de tráfico en el Parque Natural Pego-Oliva y en el interior, en la zona de Ayora. «Es una medida que podía ayudar, no vayamos al absurdo de pensar que queremos un perro peligroso por capricho», coinciden Seguí y Esteban.

Opinión bien distinta tiene el colectivo de los agentes medioambientales. Tanto que el cuerpo de funcionarios que vigilan y controlan los montes pensaba presentar alegaciones a la modificación de la Ley de Caza, aunque no fue necesaria al rectificar la conselleria. «Una cosa es utilizar este tipo de perros en una finca vallada de caza, otra en un parque natural», advierten. «Por los montes sale gente a hacer senderismo, a coger setas, y qué pasa si un perro lleva varios días perdido», se preguntan los agentes ambientales.

También ha puesto reparos Adhif (Asociación en Defensa de Herbívoros Contra Incendios Forestales), para quien la posibilidad de que estos perros «campen a sus anchas por los montes es un riesgo para todo senderista, ciclista o montañero». Según su presidente, Raymundo Montero, en caso de pérdida por la montaña «los daños a la fauna pueden ser graves».

En situaciones de estrés

Ecologistes en Acció asegura que la culpa no puede achacarse a los perros, pero advierte de la reacción imprevista de uno de estos dogos al interactuar con grupos de canes y en situaciones de estrés. Algo en lo que también incidía el Consell Juridic Consultiu. «Estamos en contra de la política de Medi Ambient en el tema de la caza del jabalí», según Josep Bort, representante del grupo ecologista. Bort recuerda que el jabalí es una especie salvaje en adaptación a un medio modificado, y ese cambio es el que habría que analizar. En su opinión, pretender poner fin a la sobrepoblación con la caza no es el camino. «Se están haciendo doscientas batidas a la semana y eso es una barbaridad, cuando además se permite cazar once meses», según Bort, que además incide en que la mayor proporción de accidentes de tráfico se produce en la época de caza «al estar desorientados los animales».

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