La presidenta del PPCV, Isabel Bonig, suele decir tanto en público como en privado aquello de que «hay partido» y que a pesar de las encuestas, los populares tienen margen para recuperar el terreno perdido y reconquistar la Generalitat de cara a las próximas elecciones autonómicas. El desideratum está ahí y si algo le sobra a la lideresa popular es empeño. Ahora bien, la formación de la gaviota tiene también los pies en el suelo y es consciente de que sus opciones de volver a tocar poder en la provincia de València están en la diputación y en el cap i casal, y no en la plaza de Manises.

La Generalitat parece en estos momentos fuera de su alcance y es muy difícil encontrar a alguien que en privado no asuma que la travesía en el desierto será al menos de ocho años. A ese convencimiento se suma otro que ya cada vez se disimula menos en los ámbitos populares: cualquier opción de gobernar en la ciudad o en la diputación pasa por un pacto con Ciudadanos, con quienes llegado el momento podrían llegar un acuerdo para repartirse estas instituciones.

Así las cosas, tanto el cap i casal como en la institución provincial, hoy en manos de los partidos de izquierda, se han convertido en el objetivo principal de la formación popular. Tanto en el Ayuntamiento de València como en la diputación los populares se quedaron a las puertas de seguir en el gobierno con un acuerdo con Ciudadanos. En el cap i casal ambos grupos sumaban 16 concejales frente a las fuerzas de izquierda (Compromís, PSPV y Podemos), que alcanzaron los 17 escaños. No hubo lugar a negociación, porque las cuentas no salían.

En la diputación, la suma de los diputados provinciales del PP y C's tampoco hubiera sido suficiente, pero tras la debacle de 2015, varios estudios llevados a cabo por la formación conservadora, algunos realizados recientemente, apuntan a una mayoría suficiente entre PP y Ciudadanos.

De ahí que la gestora que preside el alcalde de Alfafar, Juan Ramón Adsuara, esté estudiando al detalle como rentabilizar al máximo su trabajo cuando apenas quedan seis meses para las elecciones. La estrategia es clara: centrarse en aquellos partidos judiciales donde existan diputados provinciales en juego, ya que de ello dependerá la mayoría en la diputación.

En este sentido, un municipio, Ontinyent y su comarca, la Vall d'Albaida, resultan clave para su estrategia. Este municipio se ha convertido en cierta medida en el epicentro de la batalla entre socialistas y populares. Es el municipio natal del expresidente de la diputación de València, el socialista Jorge Rodríguez, quien finalmente repetirá como candidato a la alcaldía pese a que la investigación abierta de la operación Alquería, por la que llegó a ser detenido, sigue pendiente. El PSOE decidió apartarlo, pero acabó rectificando y permitiéndole ser alcaldable por miedo a una fuga de votos que les hiciera perder no sólo el municipio, si no toda la diputación. Ontinyent es precisamente una de las poblaciones importantes en las que el PP todavía no tiene resuelta la candidatura y donde el conflicto está servido. Con todo, esa comarca es una de las prioridades del partido.

Al margen de la tendencia a nivel autonómico, los populares siguen teniendo músculo en los municipios y no tendrán problemas en presentar candidaturas en todo el territorio. La estructura territorial es precisamente el punto débil de Ciudadanos, un partido que vive fundamentalmente de la marca y del tirón de su líder nacional. Sin embargo, cuatro años después, y con el viento todavía a favor, el partido se ha ido implantando.

La consolidación de Ciudadanos en la Comunitat Valenciana no es , en principio, una buena noticia para el PP, que ve esfumada la época de las mayorías absolutas, pero es la única vía para que vuelva a gobernar. De ahí que, aunque los populares tienen muchas veces la sensación de que sólo ellos tiran del carro de la oposición y Ciudadanos se limita a recoger los frutos, lo normal es evitar el conflicto. Sólo ha habido momentos puntuales de tensión y siempre por recelos del pasado con la figura de Emigdio Tormo. PP y Ciudadanos tiene escasos vasos comunicantes. Salvo la relación personal de algunos diputados, pocas veces se buscan para estrategias comunes. No hay complicidad, pero son aliados naturales con los que poder llegar al poder.

Pese a la gran incertidumbre en València ciudad, los populares también creen que tienen margen para recuperar la alcaldía. Génova aún no ha desvelado quien será el cabeza de cartel (Bonig empieza a asumir que Maria José Català puede ser la elegida), pero se tienen claro que esos votos son claves. Un potencial cambio de cromos con Ciudadanos abre la incógnita de que interesará más a cada partido. El potencial de la alcaldía en València está fuera de duda, pero otras fuentes populares recuerdan que la institución provincial siempre ha sido una herramienta clave para implantarse en los territorios y ganar apoyos. El escenario, con todo, está abierto, ya que Ciudadanos también es la baza que los socialistas guardan en caso de que la negociación con Compromís y Podemos quede bloqueada.