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Pasividad histórica hacia una extrema derecha "poco relevante"

Expertos y políticos diferencian entre los episodios de violencia en el pasado de la ultraderecha de la C. Valenciana y el fenómeno actual de Vox

Una mujer es agredida durante la manifestación del 9 d'Octubre de 2017. germán caballero

No parece cierto que haya un especial arraigo de la extrema derecha en la C. Valenciana o, al menos, así lo consideran los expertos. Tampoco parecía haberla en Andalucía y ahora tendrá 12 escaños. Insisten en que los escenarios son distintos y parece arriesgado establecer paralelismos. «No es mayor que en otros territorios, como lo demuestran los escasos votos que han obtenido en previas elecciones» dice Capitolina Díaz, profesora de Sociología y Antropología Social de la Universitat de València.

También se sitúa en este línea el presidente de Acció Cultural del País Valencià, Toni Gisbert. «Los resultados electorales y los sondeos de opinión demuestran que la extrema derecha siempre ha sido muy minoritaria». Sin embargo, ambos confirman que la ideología españolista es mayor que la media estatal. Díaz apunta a la posibilidad de que algunos partidos han querido identificar a Madrid como el enemigo de las comunidades autónomas, pero en los valencianos ese «peligro» se ha identificado siempre con Cataluña.

El periodista y profesor universitario Joan Manuel Oleaque sitúa ahí la razón de ser de la derecha populista en València: el anticatalanismo. Las acciones de los grupos y su repercusión crecen o decrecen en relación al movimiento catalanista. El último año, con el procés, la declaración unilateral de independencia y los presos políticos, ha sido un caldo de cultivo para que el anticatalanismo se hiciera más visible en la sociedad.

Sin embargo, no se trata de un fenómeno de la democracia actual. La profesora Díaz alude a un artículo de Vicente Blasco Ibáñez en El Pueblo, el 13 de junio de 1907. Solo el título ya deja ver la aprensión de un sector de la sociedad valenciana hacia la comunidad vecina. En «La lepra catalana», el escritor defiende a la ciudadanía valenciana, su lengua e intereses y denuncia el daño que a la agricultura y al comercio producían los aranceles que protegían a los catalanes. Ese rechazo se reproduce en ocasiones en acciones callejeras.

La extrema derecha tampoco tiene una presencia relevante para el eurodiputado de Compromís Jordi Sebastià. Cree que lo que ha existido es «impunidad» ante los grupos que han llevado a cabo acciones «fascistas» y que no impidieron «ni el PSPV ni el PP», porque «se movían contra lo catalán, y no les molestaba».

Señala varios ejemplos. En la manifestación del 9 d'Octubre de 2017, la Policía no tomó las medidas suficientes para evitar el boicot ultra a la manifestación por la lengua, dice. Aún se investiga la causa, que se saldó con casi una veintena de detenidos, pero hasta entonces «nunca habían tenido problemas judiciales», sostiene Sebastià.

«La extrema derecha es un problema de orden público; cuando el sistema funciona, no existe el problema», añade Gisbert, pero siempre ha habido «pasividad»y alude a la manifestación de este año donde no hubo enfrentamiento.

Sebastià recuerda el caso de las dos obras de teatro aplazadas en València por las amenazas de la ultraderecha. «¿La policía no podría actuar de oficio?» se pregunta.

Apunta también una manifestación en la puerta de su casa cuando era alcalde de Burjassot. Integrantes de España 2000 y el PP gritaron proclamas bajo su balcón «y la Delegación del Gobierno lo permitió». El dramático caso histórico es el asesinato del joven antifascista Guillem Agulló. «El juez aseguró que se trataba de una pelea de jóvenes, pero lo mataron personas de un grupo organizado de ultraderecha», dice Sebastià.

Oleaque se pregunta si la reciente irrupción de Vox en el parlamento andaluz repercutirá en las Corts. Cree que se adueñarán del «regionalismo», la «esencia blavera» que ha quedado desperdigada y reducida en asociaciones civiles. «Es donde veo una posibilidad de implante real», concluye.

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