La conversación se desarrolla con una permanente presión que circula aleatoriamente entre la garganta y el corazón de la entrevistadora durante una hora larga. No es para menos: enfrente tiene a una mujer que ha tenido que sobrevivir al suicidio de una hija, que ha tenido que aprender a ser -como ella misma dice- «una madre sin hija»; a formar parte de esa masa humana sin nombre que son las mujeres que pierden a sus hijos antes de tiempo, que es antes de ellas. Hay viudos, viudas, huérfanos... ¿pero como se nombra a las madres que se quedan vacías de hijos?

Dolors López Alarcón ha sido y es muchas cosas: edil en Benicàssim por el PSPV, profesora, terapeuta, integrante del Consejo de Administración en la antigua RTVV, líder sindical en la UGT y asesora en formación en muchísimos ámbitos como ahora e igualdad. El próximo viernes presenta en la Nau 'Te nombro' un libro en el que recoge sus casi siete años de travesía por el infierno tras la muerte de su hija. Para ello contará con unos 'partenaires' de excepción: el exministro Ángel Gabilondo y su amigo, el también dirigente socialista Andrés Perelló. Será el próximo viernes 14 en La Nau.

«No quería hacer un manual ni un libro de autoayuda; no quería teorizar sobre el duelo porque para eso hay miles de expertos. Lo que quería era acompañar en el proceso y eso solo se puede hacer desde las emociones, que son lo que te permite identificarte con alguien que está sintiendo lo mismo. No hay otra manera de conectar con un padre o una madre que acaba de perder a un hijo que estar sufriendo también con ellos, con respeto, pero estando», comenta López.

Como hay muertes distintas, también los duelos son diferentes y, por tanto, la atención a la persona que está en pérdida. «No es lo mismo una enfermedad, que un accidente o un suicidio. Hay un periodo en el que no puedes ni entrar en el duelo porque estas absolutamente en el trauma, en shock. Es ese momento en que la gente se empeña en tratarte como si estuvieras de duelo pero que no sabe que en ese momento lo único que estas intentando es engancharte a la cordura, no irte, porque todavía no puedes ni entrar en duelo, todavía tienes que creerte lo que ha pasado y hacerte cargo. Es antinatural que una madre sobreviva a su hijo, una brutalidad que no podemos pensar» explica.

De hecho, el dolor de las madres por la muerte de sus hijos es un desgarro tal que en la sociedad, añade Dolors, «no tenemos ni nombre». «Viudas, huérfanas... sí que hay nombre para estas personas pero no para las que hemos perdido un hijo. No podemos ser nombradas. Y no podemos serlo porque es antinatural y de entrada no tendría ni que ser. Porque no somos capaces ni de soportarlo ni de nombrarlo. Es una negación doble. Ni te veo ni te nombro».

En este viaje a los infiernos, una de las principales compañeras de viaje es la culpa. «La culpa es uno de los mecanismos para no salir del duelo. Estamos en una cultura que la fomenta de una manera brutal y si hablamos de vínculos padres-madres con hijos-hijas la historia de la culpa todavía es mas fuerte y si es con las mujeres, más. El patriarcado ha utilizado la culpa para conseguir que a las mujeres todavía nos sea más difícil salir del duelo. Primero, por la sensación de no haberlo podido evitar, y segundo, por la sociedad que te pregunta '¿qué has hecho?¿porqué no lo has impedido?' ¿cómo quieres volver a ser feliz con lo que ha pasado?¡ Con lo que cuesta engancharse a la vida el día a día después de ese desgarro! Es un esfuerzo brutal».

Hay que ir al infierno de lo no nombrado y transitarlo pero, añade Dolors, también hay que volver de él «porque hay una manera de volver a vivir con lo que has perdido y es desde la presencia que esa persona dejó en tu vida, en tu historia, desde el sentir que no solo no ha habido un corte sino que esa presencia continúa y también el vínculo. El duelo en si te impide mantener ese vínculo y es precisamente recuperarlo lo que te permite el camino de vuelta. Cuando estamos de duelo no queremos dejarlo porque sentimos que es como si abandonáramos a la persona que hemos perdido y sentimos que es como traicionarla. Pero solo la recuperamos cuando dejamos el duelo».

Tras varios años alejada de toda vida pública, Dolors Pérez decidió regresar a ella. «Me ha costado de una manera increíble y tenia la sensación de que nadie se acordaría de mi, que daban por hecho que yo ya no existía. Intenté quedarme de pie, con dignidad, al lado de mi hija. Y eso significaba ser consciente de lo que estaba viviendo hasta el final, por eso hablo del infierno. Pero tampoco quería quedarme colgada con el 'pobreta' y por eso volví a la enseñanza, al trabajo y mucho más tarde a la vida social y a la política».