El camino más corto entre la izquierda y la derecha es el españolismo. Es una frase que alguna vez se ha oído en privado al conseller Vicent Soler, el dirigente más estrictamente PSPV de la cúpula actual del PSPV-PSOE. Viene a cuento ahora de las últimas tensiones internas en el socialismo por la posición con respecto al independentismo catalán tras los altercados contra los mossos del fin de semana, los cortes de la AP7 y la salida (con marcha atrás) de Quim Torra sobre la vía eslovena.

Mientras algunos barones y exhibiendo un distanciamiento con la estrategia moderada de Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno se ha encontrado con el respaldo decidido de Ximo Puig.

Javier Lambán (Aragón) y Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) han sido durante los últimos días la voz cantante de esta línea interna de pensamiento crítica con la postura de la Moncloa.

En la posición contraria está el presidente valenciano. No es solo cuestión de evitar el enfrentamiento con Sánchez que supuso una mala experiencia para Puig durante las primarias a la secretaría general del PSOE. Se trata de que la sensibilidad personal del líder de los socialistas valencianos y de una parte de la federación que encabeza está lejos de las posiciones frentistas con Cataluña.

En el entorno del jefe del Consell cuestionan las actitudes de estos jefe del Consellbarones, las enmarcan en un contexto preelectoral y las equiparan con las de quienes incendian desde el independentismo los puentes de entendimiento. «Puede que den rédito ahora en las urnas, pero a la larga no solucionan el problema en Cataluña», apuntan las citadas fuentes.

Puig rechazó ayer embarrarse en las declaraciones de Page y Lambán, a cuyo lado estuvo en el movimiento para elevar a Susana Díaz a la planta noble de Ferraz, pero no dudó en ponerse de parte de Sánchez.

El Gobierno central «está haciendo una apuesta inteligente para intentar solucionar un conflicto grave», dijo en el foro organizado por la Cadena Ser. «Yo no digo que tenga éxito asegurado, porque es muy difícil, pero lo que es evidente es que la tesis anterior, la estrategia de la derecha respecto a Cataluña desde el año 2000 nos ha llevado a esta situación», remarcó.

Puig intentó ejercer de puente cuando Carles Puigdemont aún estaba en el Palau de la Generalitat Sin embargo, enfrío las relaciones tras la declaración unilateral de independencia y las primeras manifestaciones de su sucesor, Quim Torra, con quien no ha mantenido ningún encuentro oficial a pesar de haber viajado a Barcelona en alguna ocasión.

Como Cataluña es el gran catalizador político de los últimos tiempos, Isabel Bonig (PP) no tardó en reaccionar. Pidió ayer al jefe del Consell tras sus declaraciones que «actúe en defensa de los intereses de los valencianos y deje de minimizar las acciones radicales de los separatistas catalanes».