Era miércoles. Luisa había cruzado el puente hacia el otro lado de la vida y sus amigas asistieron a ese adiós. Era miércoles y, como cada uno de ellos, todas se reunieron en el lugar que les era habitual. Esta vez alrededor de aquella a la que nunca dejarían marchar; ocuparía el espacio como siempre, junto a todas con esa sensación de permanencia.

Cada una dijo una palabra; su palabra, dejándola, así, dentro de sí, abrigada por su significado, el que definía a Luisa, a modo de un adiós coral.

La palabra extraordinaria quedó suspendida en el aire, abarcando el espacio. Ella habría dicho, riéndose: «lo soy». Tenía un fino sentido del humor, como alguien comentó. ¿No es acaso el humor la evasión de los inteligentes? Inteligencia se escuchó con rotundidad, con una cabeza muy bien estructurada, alguien añadió y, por lo tanto, irónica.

«Revolución». Con ella apoyamos el mayo francés y fuimos maoístas... Asumía la revolución como triunfo de rebeldía, de libertad asociándola al concepto de 'utopía'. Ella era libre y era idealista. Pero al mismo tiempo era tolerante; sabía escuchar y respetaba, aunque no estuviera de acuerdo.

Era una lectora reflexiva apuntó otra voz. No sabía leer sin aportar la reflexión que, en su buscada soledad, sondeaba y transmitía. Admiradora de los escritores franceses, releía con frecuencia a Proust, también le gustaban Les Poètes maudits. Pero sobre todo le atraía la filosofía. Mujer racionalista, escondía y atrincheraba los sentimientos.

Serenidad: caminaba por la vida con la dulce apariencia de la persona que sabe mantener la calma en medio de la dificultad, del dolor, y lo demostró el día que perdió a su hijo mayor, Antonio, ingeniero industrial, un gran personaje, defensor del medio ambiente y estudioso a fondo de la cultura del agua; su legendaria tenacidad le llevó a planificar y hacer realidad sueños que parecían utópicos. Ella lo seguía y admiraba, pero cuando se fue guardó silencio, se recogió en sí misma, y siguió fluyendo con la vida€Jamás se quejó de nada de lo que después le sobrevino.

Era tenaz, alguien afirmó. Ya mayor y con los hijos educados, apoyó a la familia con su esfuerzo estudiando filología francesa. Fue como la denominarían en la actualidad persona de alto rendimiento: sacó la carrera en tres cursos todo con matrículas. Al cuarto año empezó a dar clase en el Instituto de Xàtiva y terminó la licenciatura con la tesina sobre su admirada Simone de Beauvoir; con un análisis profundo de su persona y su complejo entorno. En el curso siguiente ya había aprobado las oposiciones tanto de profesor agregado como de catedrático de Instituto. Ese mismo año obtuvo el premio extraordinario de doctorado por su tesis sobre Joris-Karl Huysmans. Recibió el título de Chevalier dans l'orde des palmes académiques de la Republica Francesa por los servicios prestados a la cultura. Sus conocimientos y su curriculum habrían merecido la cátedra de Universidad, pero€ como muchas veces, en este injusto sistema, los mediocres del «sistema» son los vencedores. Ella siempre comentaba que fue feliz como catedrática de Instituto, donde se implicó con profundidad. Nos transmitía que su carrera fue posible gracias a su marido, Antonio, que le pasaba a máquina sus tesis y le dejaba bombones encima de la mesa€ Y a la ayuda inestimable de Lola que se ocupó de la casa.

Quizá uno de sus mejores logros fueron sus hijos a quienes educó sin imposiciones, pero haciéndoles ver la realidad y su compromiso. Todos triunfaron: una fue también una brillante catedrática de Francés; otro es jefe de Cirugía del IVO; la que estudió leyes es hoy directora de la Asesoría Jurídica del Instituto Cervantes y el pequeño, ingeniero industrial, es director de calidad de Stadler. Estaba orgullosa de todos ellos, pero no se vanagloriaba. Se sabía querida y atendida por cada uno de ellos; nunca tuvo preferencias. Trataba y respetaba a cada uno según su personalidad.

Nuestro pensamiento va hacia el Mareny, su bello rincón dónde acudíamos por el placer del lugar y las múltiples conversaciones que el tiempo devoraba... Quedará el sabor a mar y el recogido jardín donde cultivaba su soledad. Verde, blanco, azul...