«Bienvenidos a casa, sois unos héroes. El pueblo está con vosotros». Con esta pancarta, una batucada, aplausos, confetis y gritos de apoyo fueron recibidos ayer los 13 tripulantes del pesquero Nuestra Madre Loreto de Santa Pola, que rescataron a 12 migrantes frente a las costas de Libia a finales de noviembre, y que pasaron 11 días sin poder atracar en ningún puerto seguro, ya que el único destino que se les ofrecía era precisamente el de ese país, de cuyas patrulleras iban huyendo las personas rescatadas cuando saltaron de la patera en la que viajaban. Tras la angustia vivida por la tripulación, los migrantes y los familiares de los marineros, que veían cómo pasaban los días sin que se diera una solución a la situación, las ganas de abrazarlos y la emoción tras su llegada fueron inevitables. Un centenar de familiares, amigos y vecinos de Santa Pola se concentraron ayer desde primera hora de la mañana, desafiando al frío, para esperar la llegada del pesquero, que unas horas antes había llegado a Tabarca, donde realizó un alto en el camino y un breve descanso, interrumpido por la expectación mediática de su llegada, antes de realizar la entrada triunfal en la villa marinera.

Pese a este reconocimiento, el patrón de la embarcación, Pascual Durá, ha reiterado una y otra vez que «no somos héroes, eso se lo dejamos a Súper López. Solo hicimos lo que teníamos que hacer», aseguró con humildad. Quizás fue esa, la del «no somos héroes, la que más repitió durante toda la mañana. «No se puede dar la enhorabuena a alguien que no ha hecho nada», respondía cada vez que alguno de los presentes se acercaba para felicitarle por la «labor humanitaria» realizada durante el rescate.

Héroes o no, lo cierto es que la tripulación del Nuestra Madre Loreto se ha ganado el respeto y el cariño de sus vecinos, que no pudieron contener la emoción ayer al abrazarlos tras más de tres meses de travesía en alta mar, con el objetivo de pescar quisquilla con este barco nasero de artes menores de 27 metros de eslora. La primera persona a la que abrazó Pascual fue a su esposa, Jéssica, al igual que a sus padres, antes de saludar a sus padres, José Durá (armador del barco) y Josefa Irles, antes de recibir a la legión de medios que aguardaban para conocer el estado en el que se encontraban.

«Estamos bien- tranquilizaba el patrón-. Cansados y con ganas de llegar a casa, pero bien». Sobre los 10 días que sucedieron al del rescate, Durá señaló que el trabajo del gobierno español a la hora de dar solución a la situación que vivieron fue «un poco tardío y un poco mal. No queremos excedernos en la valoración, no somos políticos, pero creo que ha sido desastroso», ya que vivieron un infierno durante «diez días innecesarios», y hasta que no anunciaron que volverían a la costa de Santa Pola, afrontando todas las consecuencias, no se les dio la opción de atracar en Malta para dejar a los 12 migrantes rescatados. Sin embargo, apuntó que ahora, lo que más desea es descansar, estar con la familia y «comer unos buenos espaguetis, porque además ella cocina muy bien», bromeó mientras se dirigía a su mujer, que le acompañó en todo momento.

Durante ese tiempo, tuvieron que racionar la comida, para evitar quedarse sin víveres, vivieron un intenso temporal y uno de los migrantes enfermó y tuvo que ser evacuado por una ONG.

Sobre la situación a bordo durante ese periodo, Durá señaló que fue dura, porque «no teníamos ni zapatos para estas personas, estuvieron descalzos, con los pies mojados, diez días», con miedo y con la incertidumbre de pensar que podía regresar a Libia. Una situación en la que no pudieron evitar sentirse «desamparados, no solo a nivel nacional, sino también europeos».