El acto de entrega del premio Portada del mes de octubre se convirtió en un emotivo homenaje a Carmen Alborch, considerada por las personas allí presentes como una «maestra» y una mujer que nunca vio nada imposible. En un ambiente de absoluta complicidad, Vicenta y Miguel Aborch, recordaron a su hermana en un relato íntimo plagado de anécdotas y en el que, a pesar de la emoción del momento, la sonrisa de la exministra y su alegría de vivir ganó el terreno a la tristeza. «Era una persona admirable en muchos sentidos, por su alegría, su esmero, su entrega, su solidaridad, siempre salía a la calle con su sonrisa», rememoró Vicenta, quien subrayó que, sobre todo, «eligió la vida que quiso».

«Ya de muy jovencita era un vendaval, una mujer que rompía moles, era espectacular», relató Miguel, a quien los recuerdos de su hermana le llegan a borbotones y toman forma de margaritas, aquellas con las que una jovencita Carmen Alborch decoró su primer coche y llevaba a sus hermanos por València. «¿Cómo yo no iba a ser feminista? Haber vivido con mis dos hermanas ha sido un privilegio», apuntó. «Siempre he vivido orgulloso de ella», remató.

El optimismo de la exministra, su vitalidad, su entrega a los demás y hasta el color rosa con el que pintó su despacho de la Facultad de Derecho son retazos del retrato que tanto la familia como las representantes de las asociaciones de mujeres hicieron de la socialista valenciana.

Una a una, las invitadas, recordaron los momentos más especiales vividos con ella, intervenciones desde el corazón que dan cuenta de la huella que la persona de la exministra les ha dejado.

Para Candi Barroso, Carmen Alborch fue sobre todo «una mujer que no veía nada imposible» y que siempre estuvo allí donde se la requirió «como una más».

«Carmen siempre nos transmitía que teníamos que estar juntas, que la nuestra era una lucha compartida. Estaría muy contenta de vernos a todas aquí. De su boca nunca salió el no, incluso cuando estaba en Madrid», narró Amalia Alba.

Para Maria Angeles Bustamante, Carmen Alborch, más que un icono, fue «una maestra que practicaba la sororidad», que colaboró con todas las asociaciones. «Era de todas», añadió. Una emociona Marina Gilabert, apuntó que Carmen «me ayudó a ser lo que soy». «¿Qué la hacía diferente? Su capacidad de compromiso, sin dar importancia a lo que hacía, su criterio. Una mujer profundamente democrática, tremenda, ella es arte», dijo.

Para Maria José Villegas, ella no está en pasado, sino en presente: «Siempre estaba ahí, dispuesta, daba alegría verla en los actos, siempre entre el público», recordó. Para Herminia Royo, fue una mujer «que ha sabido vivir y morir con dignidad». Una mujer al que el movimiento debe mucho. Sevilla recordó los momentos compartidos en la Universidad: «Era muy difícil encontrarla desalentada, tenía una fuerza interior impresionante, un pensamiento fresco, fecundo y nunca jamás hablaba mal de nadie», apostilló.