Los usos y costumbres han cambiado y, con ellos, la manera en la que nos enfrentamos a la pérdida de un ser querido y al duelo, necesario, para superar el vacío. Si hace unas décadas se imponía un luto riguroso sin ropa de color ni celebraciones, ahora parece que se ha pasado «al polo opuesto» sin tiempo ni espacio para superar ese trance.

La llegada de las fiestas navideñas y la «obligación» de estar y transmitir felicidad que a veces impera choca de frente con esta necesidad que tienen los que han perdido a alguien cercano y, en estos días, tienen que enfrentarse a ese hueco vacío en cenas y comidas.

Los expertos reivindican la necesidad de «validar las emociones» y dar espacio, también en estas fechas, para permitir que quienes necesitan ese tiempo de duelo, lo tengan. Es la opinión de Silvia Fernández, psicóloga clínica y directora del equipo de Atención Psicosocial (EAPS) La Caixa de la asociación de soporte en el cáncer Carena, que considera necesario tener ese «espacio para vivir la pérdida».

«Del luto que vivían nuestras abuelas, que nos parecía exagerado, hemos pasado al polo opuesto, en el que no hay espacio para vivir la pérdida; llorar, estar triste no está de moda», asegura la psicóloga, que recuerda que duelo significa «dolor, y es un camino a atravesar para poder reponerse de la pérdida. Conlleva tristeza, llanto, intimidad y retraimiento, lo contrario a lo que obliga la fiesta navideña». Esta contraposición de sentimientos hace que, a veces, sea difícil de «comprender y aceptar» el deseo de soledad que pueden tener las personas.

«En Carena acompañamos a las personas en duelo y nos encontramos con la necesidad de validar las emociones, de ayudar a la gente a entender que estar mal es normal, que sentirse abatido, sin fuerzas y sin ilusión es lo propio de un proceso de duelo», señala.